Un estudio difundido unos meses atrás daba cuenta de que la contaminación en Navarra afecta al 39% de la población, unas 250.000 personas, que respiran aire perjudicial para la salud, aseveración sustentada en el informe La contaminación por ozono en España durante 2018, y recogida por Ecologistas en Acción a partir de los datos extraídos de 472 estaciones de control de la contaminación atmosférica entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de ese año. Subraya también el documento que, a nivel estatal, uno de cada cuatro ciudadanos, el 24,6% de los españoles -11,5 millones de personas-, habían respirado aire contaminado durante el pasado año. Al hilo de estos datos, resulta relevante un estudio de la Universidad de Leicester sobre más de 300.000 personas y que concluye que la exposición a la contaminación del aire está relacionada con una disminución de la función pulmonar, el envejecimiento de los pulmones y un mayor riesgo de desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Conviene recordar que la EPOC es una afección crónica relacionada con la reducción de la función pulmonar que causa inflamación en los pulmones y un estrechamiento de las vías respiratorias, lo que dificulta la respiración. Es la tercera causa de muerte en todo el mundo, y se estima que la cantidad de muertes mundiales por ella aumente en los próximos diez años. Estas advertencias obligan a no dejar caer en saco roto la reciente recriminación de la Comisión Europea a España por la mala calidad del aire en núcleos urbanos -de forma particular Madrid y Barcelona- con el añadido de que si no se toman medidas urgentes para corregir la situación elevará la denuncia al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. La Comisión Europea ha llevado ya ante el TUE a Alemania, Francia, Italia y Reino Unido por casos similares. Quizá las medidas sancionadoras consigan el resultado que no ha llegado con las campañas de concienciación y todas las informaciones que inciden en los efectos de la contaminación en la salud humana, pero también su impacto en la flora, en la fauna y en el medio ambiente. Esa boina que periódicamente cubre Madrid, efecto de las emisiones de gases, compone una imagen apocalíptica. Un aviso de lo que le espera al planeta si no le ponemos remedio pronto. Si no es ya demasiado tarde.