Justo 24 horas después del fracaso de la investidura de Sánchez, PSN, Geroa Bai y Podemos anunciaban, con el apoyo de Izquierda-Ezkerra, un acuerdo para gobernar en coalición que refuerza la capacidad de Navarra para el entendimiento entre diferentes como ya se ha hecho patente en la legislatura recién concluida. El pacto contempla un gabinete presidido por María Chivite con 13 consejerías: 8 del PSN, 4 de Geroa Bai y 1 de Podemos, que necesitará la abstención de EH Bildu para salir adelante. En contraste con el fiasco vivido en el Estado, el acuerdo alcanzado en la Comunidad Foral emana de un planteamiento negociador distinto. Aquí se ha discutido primero sobre los diferentes planteamientos programáticos para a continuación trasladar ese pacto a la estructura del Ejecutivo. Por el contrario, en Madrid el peso de la disputa se centró en el reparto ministerial con el funesto desenlace de sobra conocido. Otra diferencia sustancial reside en el afán de alcanzar un acuerdo por las cuatro formaciones navarras, especialmente por Geroa Bai que, con el fin de tratar de dar continuidad a las políticas de cohesión que inició el Gobierno de Uxue Barkos, se ha conformado con menos carteras de las que le correspondería en relación a su peso parlamentario, con 9 escaños, solo dos menos que el PSN. No obstante, tiene lógica que sea la sigla que va a encabezar el Ejecutivo de coalición la que esté al frente del mayor número de departamentos, incluidos los más estratégicos. En todo caso, al acuerdo no se llega sin dificultad, tampoco sin las clásicas presiones externas contrarias a su consecución, y sitúa además a EH Bildu en la tesitura de permitir un gobierno con el que puede compartir afinidades. De la izquierda soberanista depende ahora que la conjunción de la derecha en Navarra Suma viva otros cuatro años al margen de las decisiones importantes de la Comunidad Foral. UPN, PP y Ciudadanos quedarían en la difícil disyuntiva de depender, para la oposición durante toda la legislatura de la formación que han demonizado históricamente. En cambio EH Bildu, de confirmarse la previsible investidura de Chivite, tendrá en su mano la capacidad de desnivelar la balanza en todas las votaciones y, por lo tanto, la posibilidad de condicionar buena parte de las políticas del nuevo Gobierno.