el Pleno del Parlamento de Navarra ha rechazado con los votos de PSN, Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E -esto es, una mayoría absoluta de 30 escaños ante 20- una moción de Navarra Suma para pedir paralizar los planes lingüísticos en la Administración. Un discurso de confrontación que tuvo como portavoz protagonista a Pérez-Nievas, quien en un alarde de inoperancia política se arrogó la representación de la inmensa mayoría de la sociedad, cuando Ciudadanos apenas tiene 3 de 50 parlamentarios. Pérez-Nievas fue consejero del Gobierno en el pacto entre UPN y CDN y en ese momento apoyó sin tapujos la extensión del euskera desde la libre voluntad de las familias en la zona mixta para el ámbito educativo. De hecho, fue la excusa de Sanz para echar a CDN del Gobierno en ese momento. Que ahora vocee un discurso en sentido contrario que utiliza el euskera como un arma arrojadiza más en la política de bajo nivel de la confrontación únicamente le retrata a él mismo ante su propio espejo. La moción de Navarra Suma no tiene ningún sentido, porque como su política mediática contra el euskera está basada en falsedades y mentiras. Un instrumento más para la bronca y su intento desesperado de dividir a unos navarros frente a otros. La realidad es hoy, en pleno siglo XXI, otra. Navarra han pasado de 50.000 vascoparlantes a superar los 110.000 y más del 30% de los nuevos alumnos se matriculan ya en las diversas opciones del modelo D. Y todo ello a pesar de una aplicación restrictiva por parte de UPN y PP desde 2000, que ha intentado relegar el euskera a la marginación geográfica y social. La estrategia ha sido un fracaso, como lo ha sido también el discurso beligerante de Navarra Suma. Navarra avanza pese a todo con el euskera a su lado y eso hace más evidente la necesidad de un consenso político e institucional que acompañe el compromiso social de miles de familias de toda la geografía navarra. Sin imposiciones, pero también sin discriminaciones entre navarros. Con esas premisas y esa cautela el anterior Gobierno de Navarra impulsó medidas para poco a poco sacar al euskera del ámbito de la política y del ostracismo y permitir a esta lengua navarra avanzar en su normalización. Sería bueno que se siguiera avanzando en la búsqueda de mayores y mejores consensos. Sin retrocesos partidistas por impulso político o mediático. Es una cuestión de derechos de todos los ciudadanos, de igualdad de oportunidades y de libre voluntariedad, pero también de un futuro en el que el plurilingüismo es un valor ya al alza.