uando la política exhibe su mejor versión en la búsqueda del bien común y transita por el camino del diálogo leal y el acuerdo -senda de la que nunca debería desviarse- los resultados terminan por emerger y redundar en beneficio de la ciudadanía. Incluso cuando el diálogo y el pacto se producen de forma forzada por alguna de las partes. Así ha ocurrido en los últimos días, en los que, en un escenario sumamente complicado y enrarecido en el Estado, caracterizado por la confrontación abierta, la bronca, el insulto y la falta de diálogo, el Gobierno de Pedro Sánchez ha llegado a pactos con las fuerzas nacionalistas, entre ellos tres de calado que han tenido como interlocutor al PNV. Navarra ha sido beneficiaria directa en alguno de ellos. Así ocurre con el acuerdo mediante el que el Gobierno foral gestionará el Ingreso Mínimo Vital para paliar los efectos económicos más negativos de la pandemia en la población más vulnerable y que, en el aspecto económico, al completar la cuantía que ya se destinaba a la Renta Garantizada, ofrece la posibilidad de destinar otros 50 millones de euros a políticas sociales. Además, el pacto de Sánchez con PNV y ERC alcanzado la noche del sábado permite a Navarra recupera sus competencias -salvo el control de la libre circulación al exterior de la propia comunidad- y tendrá, como el resto de autonomías, capacidad de control absoluto en la gestión de la desescalada en la fase 3. Estas son las muestras claras de la capacidad negociadora y de diálogo y de la puesta en valor de los intereses generales por encima de los partidistas. Son acuerdos claros, concretos, tangibles y de alcance que, sin embargo, han destapado los celos y el recelo de presidentes de otras comunidades, también de las fuerzas navarras de derechas, irrelevantes para cualquier negociación que deba desarrollarse en Madrid. Queda ahora por ver el pulso con el que el Gobierno de Chivite afronta la desescalada definitiva, la de una fase 3 que terminará donde comience la nueva normalidad. Es exigible en este caso a las fuerzas políticas que obren con la misma prudencia que vienen exigiendo a los ciudadanos, que huyan de buscar réditos electorales y que se sostengan frente a las presiones de quienes quieren volver de forma tan acelerada como imprudente al escenario anterior al 14 de marzo. Navarra ha demostrado que tiene capacidad y buena mano para enfrentarse a una crisis sanitaria.