una semana de que Navarra entre en el escenario de la nueva normalidad tras tres meses en situación de estado de alarma -y siempre en función de la evolución de la pandemia-, es momento ya de abordar la concreción lo más detallada y realista posible de las bases que deben cimentar y levantar la reconstrucción social y económica. Algunas de las medidas avanzadas ayer por Sánchez en la decimocuarta y última videoconferencia telemática de presidentes, como la próxima reapertura de fronteras con los estados de la Unión Europea (a excepción de Portugal) a partir del domingo 21 de junio y desde el 1 de julio con países ajenos al espacio Schengen, así como el plan de apoyo al sector de la automoción que Chivite ha solicitado con ahínco, van en esa línea de fomentar la movilidad y la actividad industrial y comercial, básicas para la reactivación económica. Pero es necesario ir más allá, con planes, proyectos, recursos y medidas concretas y bien definidas a corto, medio y largo plazo que garanticen que esa reconstrucción tiene bases sólidas -más allá de buenas intenciones o simples bocetos- para que lleguen al cuerpo social y económico con políticas reales y sin dejar a nadie atrás. De ahí que Sánchez deba clarificar tanto el marco financiero como la disposición de recursos y la capacidad de endeudamiento. Y en particular la participación de Navarra en el reparto del fondo de 16.000 millones con el Convenio como instrumento. Las necesidades ante la gravedad de la situación económica generada por la pandemia -el Gobierno foral prevé una merma de recaudación este año superior a los 800 millones- obligan a establecer prioridades y escenarios de certidumbre sobre los que puedan operar nuestras empresas, sin olvidar las políticas sociales paliativas. Por ello es absolutamente necesaria la inversión productiva por ejemplo en materia de digitalización e innovación, el arraigo empresarial -sobremanera en la industria por su valor añadido- y la modernización del comercio y el turismo. Con el fomento de una economía verde que se haga compatible con el refuerzo de los servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación y los cuidados asistenciales. A esa ingente tarea se ha puesto con decisión el Gobierno de Navarra, que ha adaptado la Estrategia de Especialización Inteligente S3 a los retos inmediatos que impone la pandemia. La colaboración entre instituciones se antoja esencial para procurar la recuperación urgente y en clave sostenible.