Por más que fuera esperado, no deja de ser una buena noticia que PNV y PSE hayan sido capaces de volver a forjar un acuerdo de cogobernanza que permitirá encarar con el sustento de una mayoría absoluta en el Parlamento de Vitoria una Legislatura complicada en lo económico, lo fiscal y lo social ante un panorama absolutamente condicionado por la pandemia. La CAV repite una fórmula de coalición histórica allí que en este tiempo coincide con el núcleo del Gobierno de coalición que en Navarra conforman PSN y Geroa Bai, coalición de la que forma parte el PNV. Con una correlación de fuerzas más plural ajustada a la realidad sociológica de Navarra -el Ejecutivo de Chivite cuenta además con el apoyo de Podemos e I-E y desde la oposición también de EH Bildu-, las virtudes de esas mayorías trascienden el hecho de que las capacidades de iniciativa legislativa y de diseño presupuestario estén cubiertas por ella. El principal activo del consenso alcanzado está en la apuesta por la gestión de las exigencias sociosanitarias, económicas y, en general, la reactivación del país. Prioridades que no cubren la totalidad de abanico de retos -el avance en el autogobierno es una cuestión que sigue pendiente-, al igual que ocurre en Navarra, como se vio ayer en el Parlamento foral con la enmienda impulsada por Geroa Bai y Navarra Suma y apoyada por EH Bildu con el voto en contra del PSN sobre la reducción de la jornada laboral desde los 57 años en el ámbito educativo público y concertado, pero que resultan imperiosas y nadie comprendería que fueran postergadas en el orden de importancia por cualesquiera otros problemas menos inmediatos o por estrategias partidistas. El acuerdo entre PNV y PSE proclama además la voluntad de ampliar los consensos y ésa es una línea que también forma parte del adn original del actual Gobierno de Navarra, que se sustenta sobre un total de 30 parlamentarios de 50. Muy por encima de la mayoría absoluta parlamentaria que aporta una estabilidad necesaria, pero no suficiente. Menos en una situación excepcional de crisis sanitaria y socioeconómica como la actual. El compromiso con el bienestar del país no puede terminar en los partidos que sustentan el Gobierno. También en Navarra, sobre todo en lo que afecta a Navarra Suma y, en especial, a UPN. Su aportación es necesaria, como la de los agentes sociales. Esto últimos son igualmente fundamentales en el compromiso de hallar y pactar nuevos consensos. De esta crisis se sale creando un escenario de oportunidad, no de conflicto.