a está en vigor el estado de alarma tras ser aprobado ayer por el Consejo de Ministros extraordinario. Un nuevo marco de restricciones para tratar de frenar la expansión del covid-19, que implica duras medidas y limitación de derechos y que llega para quince días con intención de perdurar en el tiempo durante seis meses, siempre que Sánchez consiga los acuerdos necesarios para su aprobación. Nadie sabe muy bien cómo se ha llegado hasta aquí, y tampoco las explicaciones de ayer del Presidente del Gobierno acaban de clarificar el complicado momento que se está viviendo en todo el Estado. Es cierto que la incidencia del virus ha alcanzado niveles muy preocupantes que ponen en riesgo la salud pública y la respuesta del sistema sanitario, pero no es menos cierto que no es fácil de entender que ahora se hable de seis meses como el tiempo necesario para frenar la pandemia, cuando en junio, tras el duro confinamiento, se aceleró una desescalada cuya velocidad está en el origen de gran parte de los males que ahora se arrastran. Hay una sensación de paso atrás, aunque el nuevo estado de alarma no es igual que el de marzo, sobre todo porque serán las comunidades autónomas las que tomen las medidas que sean necesarias según la situación sanitaria, que no serán las mismas en todo el territorio. Pero ha caído con la misma dureza que el anterior en una sociedad ya cansada de restricciones y directrices cambiantes, en muchos casos sin el tiempo necesario para saber si son o no efectivas. Y llega con una medida de obligado cumplimiento que suena dura porque lo es, un toque de queda nocturno, que las comunidades podrán adaptar en horario pero que ya está en vigor, que pretende limitar la movilidad de las personas en esas horas en las que los encuentros sociales provocan un mayor número de contagios. En el caso de Navarra, la Comunidad que contaba con las restricciones más duras avaladas por los jueces, el Gobierno se limitó a comunicar en una nota que siguen en vigor todas las restricciones aprobadas, a la espera de que hoy se estudie el horario para limitar la movilidad nocturna. Para María Chivite, el estado de alarma es una herramienta "útil para luchar contra el virus y preservar la salud pública de la ciudadanía" y sigue insistiendo en el llamamiento a la ciudadanía navarra a la "responsabilidad". Está claro que es más necesaria que nunca la responsabilidad individual y colectiva, pero también la apuesta real por fortalecer el sistema de salud dotándole de los recursos necesarios para los meses difíciles que se avecinan.