e descose la coordinación europea -y la estatal- en la gestión de la compra de vacunas y la opinión pública está quedando a merced de los bandazos que algunos responsables políticos están dando por algo parecido al pánico escénico. No nos cansaremos de repetir que, si los criterios científico-técnicos dejan de orientar las decisiones políticas, nos acercamos al abismo de la improvisación. Por absurdo que parezca, la perversa inercia de la gestión de la imagen de los rectores políticos, unida a una irresponsable gestión de la información por parte de grandes consorcios mediáticos que distribuyen más espectáculo que veracidad, está alimentando el pánico social convirtiendo lo que hasta la fecha no es más que la presunción de riesgo secundario en la preocupación principal respecto a la pandemia de covid-19. Es una grave pérdida de perspectiva que resulta imprescindible recuperar. En Navarra el número de ingresos alcanza los 182 casos, con 29 pacientes en UCI. Y, sin embargo, se están tomando decisiones precipitadas que llevan a restringir el uso de una de las herramientas de las que disponemos para combatir esa tragedia -insistimos- contra todos los criterios científicos y médicos. No se trata de frivolizar y trasladar a la ciudadanía la percepción de que la vacuna de AstraZeneca es una lotería. La existencia de incidentes vasculares presuntamente relacionados con su administración es una realidad pero su número relativo es ínfimo en relación con las decenas de millones de vacunados con ella y sigue por debajo de los índices generales de riesgo de trombos en población no vacunada. La seguridad de una prescripción está regulada por procedimientos exhaustivos y meticulosos. Esos procedimientos de control que han pasado en Europa las vacunas disponibles pero que no los han superado todavía las alternativas que se ofrecen como sustitutivas y que exhiben sin rubor algunos gestores políticos. Las vacunas rusas o chinas serán una útil herramienta a añadir al arsenal contra el coronavirus cuando su seguridad esté acreditada. Entretanto, hay mucho de escenificación en las prisas con las que se adoptan algunas decisiones políticas al respecto. No cabe duda de que, a estas alturas, la coordinación europea está siendo muy cuestionable en su eficiencia. Pero lanzarse a la pendiente de huir de un riesgo no acreditado para abrazar otro desconocido no es la solución.