istos y contrastados los antecedentes -algunos de ellos, muy recientes como el entusiasta y precipitado anuncio del final del estado de alarma el próximo 9 de mayo-, resulta difícil disociar la grandilocuente presentación realizada ayer por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre su plan de acción con cargo a los Fondos de Recuperación Europeos frente a la crisis causada por la covid-19, de la campaña electoral en la Comunidad de Madrid, que arranca en apenas cuatro días. La apuesta de Sánchez por involucrarse muy directamente en la batalla madrileña está llevando al nada inocente juego -y peligroso políticamente- de condicionar la acción de Gobierno al escenario electoral. Abundando en esta constatación, las líneas maestras que trazó el presidente de su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia vuelven a plantear -una vez más- serias dudas sobre sus intenciones reales y su constante recurso a la vía unilateral, despreciando el diálogo y los necesarios mecanismos de cogobernanza. Presentado como un nuevo plan Marshall dotado con los 140.000 millones que recibirá el Estado español de Bruselas, Sánchez revistió su borrador -que hoy detallará en el Congreso de los Diputados- como el proyecto "más ambicioso y trascendental" y "la mayor oportunidad para España desde su entrada en la UE", en 1986. Más allá de las palabras, y a falta de mayor concreción, resulta obvio que las inversiones y ayudas deben estar dirigidas a las necesidades reales del tejido económico, social y empresarial. Navarra, en ese sentido, ya está haciendo, o ha hecho, sus deberes planteando, tras un análisis riguroso y contrastado con diferentes agentes, sus proyectos, se supone que pegados a las necesidades y demandas de la realidad navarra. La gestión de los Fondos Europeos, tanto en su vertiente de ayudas directas como los destinados a préstamos, deben -como ha recalcado la Unión Europea- ser acordados con las comunidades autónomas, en especial con las que, como Navarra o la CAV, cuentan con competencias en materias estratégicas como industria, energía, medio ambiente, vivienda..., están en contacto directo y conocen los planes de las empresas y tienen preparados y fundamentados proyectos propios para la recuperación. Sánchez no puede ignorarlo y convertirse en el presidente con mayor dificultad para entender lo que significa un Estado plurinacional autonómico y la cogobernanza en la Europa del siglo XXI. Ni Chivite y su Gobierno tampoco.