ras varios meses de continuo incremento de contagios de coronavirus y de altísima incidencia del virus, lo que derivaba en una preocupante presión hospitalaria y en una constante cifra de muertos, Navarra parece estar dejando atrás también la fase de meseta y afronta ahora una caída sostenida de la pandemia. Los datos de los últimos días son, en ese sentido, esperanzadores. El número de nuevos positivos ha alcanzado esta semana la cifra más baja desde comienzos de marzo, con la tasa de incidencia acumulada en catorce días por 100.000 habitantes por debajo de 170 casos, aún demasiado alta pero que experimenta ya 19 días continuados a la baja. También la tasa de positividad mantiene su lenta caída, con varias jornadas seguidas por debajo del 5%. Todo ello está aliviando también la presión hospitalaria, de modo que incluso la consejera de Salud, Santos Induráin, destacó ayer mismo que "el tiempo por primera vez nos juega a favor". Un escenario que ha llevado al Gobierno de Navarra, tras el rechazo del TSJN a mantener el toque de queda, a acelerar el proceso de desescalada en todos los ámbitos y a ir eliminando las restricciones y recortes de derechos y libertades vigentes para contener la expansión del coronavirus. No es una situación que anime a cantar victoria aún, ya que falta mucho aún en la lucha contra el virus y la recuperación de la normalidad, pero, con todas las precauciones, los indicadores muestran un alivio indudable. Ello es debido, fundamentalmente, al mantenimiento de medidas de prevención por parte de la inmensa mayoría de la población y del importante ritmo alcanzado en las últimas semanas en el proceso de vacunación, que es previsible que aumente aún más en los próximos días. Si, como anunció y se encarga de recordar a diario el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el Estado recibirá en junio trece millones de dosis de Pfizer, la vacunación puede experimentar un salto extraordinario que nos situaría en un escenario más cercano al objetivo de ir doblegando al virus. Navarra entra ahora en una nueva fase de entre tres y cuatro semanas verdaderamente decisivas para la contención de la pandemia en la doble vertiente de evitar al máximo los contagios y de sostener un buen ritmo de vacunación. Un esfuerzo social e institucional que hay que seguir manteniendo pese a la progresiva vuelta a la normalidad social y que sin duda tendrá su recompensa en salud y vidas.