ercera resolución del Tribunal Administrativo de Navarra (TAN) y ya suman tres contra la euskarafobia de Navarra Suma en Iruña. La primera fue por la decisión del Ayuntamiento de crear perfiles diferentes en castellano y euskera en las redes sociales. Después, el mismo TAN arremetió contra la colocación de un gran pañuelo rojo en la fachada consistorial donde el texto en lengua castellana era más grande que en euskera, relegado al tamañao de la traducción al inglés y al francés. La tercera resolución cuestiona la elaboración de unos calendarios en castellano y otros en euskera. El TAN recuerda que la información se dará en ambas lenguas y que para la aplicación del doble formato precisará de un acuerdo motivado por la Junta de Gobierno. Desde el inicio de la legislatura la coalición de derechas se ha enrocado en una política lingüística discriminatoria hasta el punto que la mayoría municipal ha hecho valer una propuesta que denuncia el incumplimiento que Navarra Suma hace de la ordenanza del euskera y la discriminación que aplica a la lengua vasca con el fin de arrinconar una de las dos lenguas de esta ciudad. El PSN ha apoyado esta declaración si bien ha sido cómplice de la política regresiva de Navarra Suma empezando por el cambio de ordenanza que ahora se incumple bajo su silencio, y derogando la que impulsó el anterior gobierno para adecuar una oferta en euskera que todavía está lejos de la demanda. Un gobierno municipal que ha recortado el euskera en escuelas infantiles, que ha introducido actividades en inglés en la oferta en euskera para diluir la inmersión lingüística de los más pequeños, que rebaja la partida aactividades culturales en euskera, deja fuera del reparto institucional a los medios en euskera, y ningunea la lengua minorizada en plazas como la de arquitecto técnico o de gestor cultural. También el PSN demuestra estar más cerca de Navarra Suma en este apartheid y lo ha hecho en un asunto de calado, el acceso a la Administración pública. El departamento de Ramírez no valorará como mérito el euskera en la zona no vascófona, privando a los vascoparlantes navarros de esta opción y admitiendo el alemán, francés o inglés. Cualquier idioma menos el euskera. En lugar de normalizar una lengua propia se trata de ponerle trabas para impedir que se hable, que avance o se mantenga. La sociedad no tiene esa inquina, vive el euskera como un hecho cultural, propio o diferente pero como un patrimonio enriquecedor, no como arma política.