a ludopatía es un problema de salud pública. El número de personas atrapadas en esta adicción aumenta año a año en relación directa con la extensión de la oferta de juegos de azar, la proliferación de salas de juego y la facilidad en el acceso para realizar las apuestas tanto de manera presencial como on line. Los último datos conocidos en Navarra son alarmantes porque reflejan la expansión de esa problemática en todas las capas sociales, aunque de manera más inquietante entre los jóvenes menores de 19 años. Los análisis más recientes recogidos por la asociación Aralar avisan de que unos 2.500 navarros padecen un trastorno grave de ludopatía y otros 6.800 se encuentran en riesgo de caer en la adicción. En este contexto, el Parlamento foral tomó en consideración a principios del pasado mes de marzo una propuesta de PSN y Geroa Bai para modificar la ley foral del juego, que data de 2006. Han pasado ya 16 años y la actualización se antoja necesaria a la vista de la difusión de las nuevas prácticas de apuestas y en aras también a proteger a los menores limitando las distancias de los establecimientos de juego con los espacios en los que aquellos desarrollan su actividad educativa o de ocio. Las cifras son bastante ilustrativas; los salones de juego han aumentado en Navarra un 65% desde 2016, pasando de 35 a 58 en los últimos cinco años. Además, un total de 1.351 locales de hostelería tienen máquinas tragaperras y 850 permiten apuestas deportivas. Los colectivos que tratan a ludópatas han puesto el acento en la necesidad de profundizar en la prevención, proteger a los menores y controlar el acceso de personas autoprohibidas, aspectos en los que también se trabaja en la redacción de la ley foral. Por ejemplo, en lo concerniente a la distancia mínima que debe separar esos locales de los centros de enseñanza, casas de la juventud, instalaciones sanitarias, deportivas, culturales y recreativas, que nunca deberá ser inferior a los 300 metros. Con ser importante la regulación normativa, tampoco va a resolver el problema, ya que, como advierten los expertos y los afectados, el juego on line va ganando terreno al presencial y en ese escenario los más jóvenes encuentran las puertas abiertas, aunque necesiten de una tarjeta bancaria para apostar. Estamos ante un problema que hay que afrontar con rigor y no dejar nunca al capricho del azar.