l fin de la obligatoriedad del uso de las mascarillas en espacios cerrados, de cuya entrada en vigor se va a cumplir un mes, y los efectos aún de la mayor movilidad e interacción social propias de la pasada Semana Santa pueden estar detrás del continuo avance en la mayoría de los indicadores de la pandemia de covid-19 en Navarra. En la última semana contabilizada, del 2 al 8 de mayo, se detectaron 3.878 positivos (588 casos por 100.000 habitanted y más de 1.000 en mayores de 60 años), cifras en ascenso, y si bien el número de ingresos ha ido retrocediendo -de 81 a 73 pacientes (5 en la UCI)-, se contabilizaron siete muertes (3 en la anterior), sin duda el dato más trágico y el que obliga a mantener la máxima prudencia. A la par que se han aumentado los casos se han incrementado las bajas laborales. Más de 2.000 navarros no acudieron a trabajar en la última semana de abril tras dar positivo, el doble de las bajas registradas antes de la Semana Santa. A su vez Salud ha registrado 470 casos de covid-19 entre sanitarios en dos semanas. La estrategia de normalización y convivencia con el covid, que ha perdido buena parte de su gravedad, está plenamente asumida, tanto por parte de las instituciones como por la ciudadanía. Y, con ello, los riesgos que entraña. La propia OMS confirmó hace unos días que, en contraste con la controvertida estrategia llevada a cabo por China de ‘covid cero’ -que consideró no “sostenible”-, es necesario “equilibrar las medidas de control (sobre el covid) con el impacto en la sociedad, el impacto en la economía, y eso no siempre es una calibración fácil”. Este aval a la estrategia que ha venido en denominarse “gripalización” del covid es, en efecto, complicada y supone asumir los costes. En este sentido, Europa mantiene una continua desescalada. A partir de hoy, en el Estado francés -y con él, Iparralde- ya no es obligatorio el uso de la mascarilla tampoco en el transporte público. También entra hoy en vigor la retirada de la recomendación sobre el uso del cubrecobas en los aviones, medida sobre la que, pese a todo, no hay unanimidad en los distintos países de la UE. La consecuencia final es que, tras el tsunami de contagios por la variante ómicron y la vacunación masiva que han logrado un alto nivel de inmunidad, el covid-19 está pasando a considerarse -también entre la ciudadanía- una enfermedad más, aunque conviene tener muy en cuenta su potencial peligrosidad y, por tanto, la adopción de medidas básicas de prevención.