El Memorial de los Centros de Detención era una pieza clave que faltaba en el paisaje urbano de Pamplona. Una pieza esencial en el largo camino de verdad, justicia y reparación ya iniciado y que no tiene vuelta atrás. Por desgracia el mapa del horror del franquismo cruza Navarra de norte a sur y de este a oeste dejando en su itinerario centenares de fosas, desaparecidos, recuerdos de la represión e historias de vidas rotas que han costado muchos años, demasiados años sacar a la luz.

Más allá de las opiniones artísticas sobre la obra Hipogeo, realizada por el escultor Alberto Odériz que el sábado fue inaugurada entre la Plaza de Toros y Escolapios, dos lugares como otros 17 que sirvieron de espacios de cautiverio en los primores años del golpe de estado de 1936, lo importante es el simbolismo icónico del lugar. Un espacio memorial horizontal, humilde y rotundo en su concepto muy alejado de la gran monumentalidad de los vencedores. A día de hoy, pocos habitantes de la ciudad y mucho menos los visitantes saben que entre un mínimo de 15.000 y un máximo de 20.000 personas vieron privada su libertad por la represión franquista en esos años. Los muros y rejas de la dictadura se extendieron más allá de la prisión provincial o el famoso Fuerte de San Cristóbal. Solo en 1939, hubo cerca de 12.000 personas en cautividad en Pamplona, cuando su población era de unos 50.000 habitantes. Los números son escalofriantes.

Cuando se ve en la pantalla la película Argentina 1985, con todo el juicio a los responsables de la dictadura militar de Videla, polémicas recientes sobre premios y medallas quedan a años luz de lo que hubiera sido una verdadera acción de reparación y justicia a este lado del Océano. Pero en 2022 al menos hay que aspirar a seguir transitando ese camino sobre pasos serios, sólidos y científicos que el Instituto de la Memoria del departamento de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, impulsado en la legislatura pasada, como expresión institucional de todo un movimiento social memorialístico de Navarra, va consolidando, dejando ya hitos, señales y símbolos para siempre, para que nunca jamás se repita aquello que tanto daño causó. Transitar por el memorial será una experiencia nueva en la que poder conectar con el horror vivido y sentir, como se escuchó ayer, que donde “antes hubo barbarie, hoy hay memoria”.