No era difícil adivinarlo. El anuncio del acuerdo presupuestario entre los dos socios del Gobierno español sería recibido por la prensa de orden echándose una mano al bolsillo y la otra a la calculadora de votos. Vamos con el despiece.

"Esa teoría de que el gasto público es bueno es una lamentable traslación de las teorías intervencionistas de la autocracia franquista, la socialista o el marxismo"

Francisco Marhuenda (La Razón)

Más gasto en año electoral, un clásico”, titula el editorialista de La Razón. En la letra menuda, el rasgado de vestiduras y la milonga de la pobrecita clase media: “No pueden ser «sociales» unos presupuestos que no tienen en cuenta a las clases medias y al sector empresarial, más que para exprimirles a impuestos. Y no pueden ser sociales mientras el mayor problema social de España, del que se derivan todos los demás, es la falta de oportunidades de trabajo, de empleos dignos y salarios justos que padece buena parte de la población”. El director del diario azulón, Francisco Marhuenda, le añade media docena de huevos duros y, sin despeinarse, suelta que las cuentas podrían ser las del bajito de Ferrol… o algo peor: “Esa teoría de que el gasto público es bueno es una lamentable traslación de las teorías intervencionistas de la autocracia franquista, la socialista o el marxismo”. La pieza se titula “Unos presupuestos electoralistas”, cómo no.

Y como no hay dos sin tres, la palabreja está también en el encabezado del editorial de ABC: “Las cuentas más electoralistas”. En la letra menuda, la queja por el derroche: “La ortodoxia aconsejaba unas cuentas más austeras para no seguir alimentando el incendio inflacionario y no dejar la búsqueda de soluciones únicamente en manos de la política monetaria de los bancos centrales. Pero está claro que las prioridades en la Moncloa para 2023 son otras muy distintas”. No se nos explica qué ortodoxia manda eso que dice al principio.

Con más brío en la prosa, el director del vetusto diario, Julián Quirós, atiza a los manirrotos de Moncloa: “El Gobierno se comporta como si le hubiera tocado la lotería, porque en efecto parece que le hubiera tocado. La desgracia de la inflación y sus consecuencias en forma de desaceleración, que tanto daño están provocando a familias y empresas, tiene en cambio un beneficiario indirecto: la administración, que ve rebosar la recaudación mientras gasta y gasta”.

"El Gobierno socialcomunista aumenta la presión fiscal hasta límites confiscatorios"

Pablo Molina (Libertad Digital)

En Libertad Digital, como pueden imaginar, se respira trilita. “El presupuesto más social-ista”, juguetea con las palabras el columnero Pablo Molina. En su descarga de bilis no faltan los fetiches del socialcomunismo, las paguitas y el expolio: “El Gobierno socialcomunista aumenta la presión fiscal hasta límites confiscatorios a pesar de estar atravesando una crisis devastadora, con unos precios de la energía disparados y una inflación desbocada que va a subir todavía más. Ahora, ese mismo Gobierno dice que destinará una parte de toda esa ingente cantidad de recursos expoliados a la clase media y trabajadora para crear nuevos subsidios y aumentar un poco los ya existentes y presenta a los ciudadanos esta estafa monumental como un acto de generosidad”.

Presupuestos insolidarios”, clama el editorialista de El Mundo. Después de afear que se mime a los pensionistas y, eso sí, celebrar el gasto en defensa, la filípica remata así: “El ciudadano, en suma, asiste atónito a un aumento considerable de la previsión de la carga fiscal cuando los precios suben y cada vez le cuesta más llegar a fin de mes. Así no es como se vertebra un país; más bien al contrario”.

En el editorial de El Español de Pedro J. Ramírez, idéntica doctrina, con doble subrayado acusador para el electoralismo: “Las cuentas para el próximo año ponen de manifiesto, en fin, que el electoralismo presupuestario de Sánchez es la otra cara de la moneda de la voraz política tributaria del Gobierno. Un empleo de dinero público para intentar garantizar la reelección del presidente el próximo año, en un clima de encuestas que pintan un paisaje cada vez más desalentador para los socialistas”.

"Sánchez morirá matando, sin duda. Hará todavía mucho daño. Es su naturaleza. Pero ya huele a pato cojo"

Luis Ventoso (El Debate)

Pero que no se las prometa felices Sánchez. Su jugada no colará. Eso es lo que vaticina el adivino subdirector de El Debate, Luis Ventoso. “No se salvará ni quebrando España”, proclama en el título de su diatriba. El final es una colección de velas negras de las de bruja Lola, lean: “Un presidente que ya no puede pisar una calle de su país no está en condiciones de ganar las elecciones. Y eso no lo arreglarán ni aunque Marisu Montero nos pague a todos el Netflix, una ronda de cañas y el carnet de nuestro equipo de fútbol. Sánchez morirá matando, sin duda. Hará todavía mucho daño. Es su naturaleza. Pero ya huele a pato cojo”.