Bastión inexpugnable donde los haya y baluarte emblemático del poderío navarro. Impone sin duda la magnífica fortaleza situada en el centro de Pamplona y su vista no deja indiferente a nadie, ni a visitantes ni a pamplonicas.

Llenaría de orgullo a cualquier navarro que se precie recordar los largos asedios que soportó esta formidable construcción, las gloriosas batallas, las grandes gestas. Sin embargo, la Historia no otorgó ese privilegio a la Ciudadela. Si bien tuvo cierta relevancia durante el Carlismo y la Guerra Civil, sus andadas guerreras no llegan mucho más allá. Pocas veces fue sitiada y tan solo en una ocasión tomada. No pecaré aquí de ingrato ni haré burla alguna a esta fortaleza, por lo que tan solo citaré que dicha conquista tuvo lugar por las tropas napoleónicas un frío 16 de febrero de 1808, mediante la utilización de la mejor maniobra militar nunca vista: los soldados franceses se acercaron a la Ciudadela jugando a tirarse bolas de nieve, ante la diversión de los defensores. Cuando estaban cerca, sacaron las armas que llevaban escondidas entre las ropas, logrando entrar y tomar la Ciudadela. Sí, bolas de nieve. No diré más. Ya me perdonarán, estimados conciudadanos. Impresionante, sin duda, esta Ciudadela vuestra.