Ni siquiera los nacimientos de hijos de mujeres inmigrantes, que ya suponen el 20,6% del total, consiguen paliar la crisis de natalidad que afecta a España, con un descenso del número de alumbramientos del 40% en la última década. Un país envejecido, con extensas zonas rurales prácticamente despobladas, no tiene futuro. Que nuestros políticos tomen conciencia de la necesidad vital de impulsar políticas familiares.