Quisiera dar las gracias al conductor de la villavesa y la enhorabuena a la señora embarazada a la que acercó a la residencia. Yo no puedo decir lo mismo. El martes, cuando bajé de la villavesa 6, distante de la acera y con la marquesina con andamios de obras de un edificio en construcción, a las 9 de la noche y con muy poca luz en la calle, no sé lo qué me pasó que estuve por dos veces a punto de caerme de bruces contra el suelo. Fui la segunda en bajar del autobús y los cuatro o cinco que bajaron detrás mía ninguno tuvo el detalle de decirme si necesitaba ayuda. Todos los que bajaron detrás mía eran adultos.