La verdad es que de la visita del president Torra a la CAV el pasado miércoles no me ha quedado una idea muy clara de los objetivos y estrategias del catalanismo soberanista en este momento. En todo caso, la firmeza en la defensa de sus convicciones y del proceso en defensa del derecho a decidir el futuro político de Catalunya en las urnas. Torra mantuvo un encuentro con Urkullu que ratificó el compromiso mutuo de lealtad, pero dejó claro también que cada uno mantiene una visión y un camino diferente sobre cómo solucionar la situación política en Catalunya. Y se dio luego un baño de masas en un acto en el Kursaal de Donostia organizado por Gure Esku Dago donde lo emotivo se impuso a lo político. En definitiva, que todo está como estaba a la espera de que Sánchez mueva poco a poco sus piezas. Pero no parece fácil. El mensaje con el que el aznarismo puso en marcha una gran campaña de agitación política y mediática y movilización social contra el proyecto reformista de Zapatero para impulsar la reorganización territorial y económica de un Estado plurinacional se ha vuelto a activar ahora contra Sánchez. Una presión política y mediática en constante aumento, basada en la estrategia de azuzar los enfrentamientos interterritoriales, que alcanza límites de demagogia y populismo insoportables con el objetivo de que Sánchez, como se viera obligado a ceder Zapatero hace una década, abandone cualquier propuesta democrática de acuerdo con Catalunya. De esos barros -que en Navarra tienen su propia versión acentuada con UPN y PP-, estos lodos. Porque ése es el fondo del problema: la negativa de una buena parte del nacionalismo español neofranquista y del jacobinismo socialista a aceptar la realidad de un Estado plurinacional -de la que las críticas y descalificaciones al régimen foral son otro ejemplo- y la apuesta por intentar imponer un modelo decimonónico de nación única que encorseta la propia Constitución y que, sobre todo, no es real en tanto que no coincide con la voluntad política libre y democrática de millones de ciudadanos. Es el derecho a decidir la vía democrática que puede legitimar el encaje de otras realidades nacionales en el Estado español. O esa idea exagerada, falsa y ramplona de España, que ahora abanderan Ciudadanos, Vox y PP y UPN en Navarra, será la que acabe llevando al Estado a la decadencia fallida definitiva.