Las ilimitadas posibilidades de los avances científicos en el ámbito de la transformación genética han abierto esperanzadoras puertas a la lucha contra enfermedades, pero también han mostrado otras caras más oscuras, al margen de los recelos de supuesta índole moral que esgrimen las diferentes religiones. Ahora, el anuncio del científico chino Jiankui He de que ha creado -y el uso del verbo crear ya es una alerta- a las dos primeros bebés, dos niñas, modificadas genéticamente para hacerlas inmunes al virus del sida ha reabierto el debate internacional político, científico y económico. Hace 20 años ya ocurrió algo similar sobre la posibilidad de aplicar las técnicas de clonación para crear seres humanos que acabó con un terrible fraude protagonizado por el surcoreano Hwang Woo. La selección embrionaria que ha permitido la curación de niños con enfermedades no tiene nada que ver con la extravagancia de que algunos padres pretendan elegir el color de los ojos de sus hijos ni con otras frivolidades fruto de la manipulación genética como la que puede haber puesto en marcha el chino He. Ése es el riesgo, la desregulación en China supone priorizar el negocio -esto es un ejemplo de economía de mercado, según el argumentario oficial actual de la china comunista-, que permite avanzar sin control por espacios de mutación genética que ya intuyen, desde el punto de vista científico también, importantes riesgos éticos, sociales y médicos. Los avances tecnológicos han sido un elemento clave en la evolución de la humanidad y en el desarrollo de sus sociedades hasta llegar a los tiempos contemporáneos de la ingeniería genética, de la robótica, de la nanotecnología y de la biología sintética. Pero el paso del tiempo convirtió lo que comenzó siendo una cooperación en una competencia, y ya hoy la tecnociencia está al servicio prioritario de la voluntad de poder que otorga su concretización más cruda y cruel, el dinero y las grandes corporaciones multinacionales. He ha abierto una peligrosa puerta que puede acabar dividiendo a los seres humanos en mejorados y no mejorados. Otra de las peores distopías ya adelantadas en la vieja ciencia ficción. Los bebés de diseño del doctor He, si realmente se confirman como verdad, son otra de esas caras oscuras.