Semana difícil para Iruña en este comienzo del año. Las ciudades no pertenecen a quienes las gobiernan; las ciudades son de los ciudadanos y ciudadanas que residen en ellas, desde todas las posturas políticas y es a esa pluralidad a la que deberían tratar de satisfacer las decisiones políticas cuando menos en los asuntos que nos atañen a todos y todas. La no aprobación de los presupuestos de Pamplona creo que merece una lectura más allá de los reproches mutuos entre quienes no han sido capaces de llegar a un acuerdo. Todo resta si al final no suma. Nada es un paso adelante si nos quedamos por detrás. Una lectura que nos sitúe en lo que realmente perdemos los ciudadanos en cuanto a inversiones que mejoren nuestra vida, en cuanto a definir qué modelo de ciudad queremos y sobre todo en la pérdida de confianza en la política como herramienta para avanzar desde el diálogo y el acuerdo en la construcción de una sociedad que mire al futuro con parámetros nuevos; una política a escala humana, que anteponga las personas a los intereses de los partidos. No creo que sea suficiente con el reproche y la culpa ajena entre siglas. Eso es solo parte de la acción política. Toca mirar hacia adentro y ver cómo aprender del error para no hipotecar el futuro. Construir, en lugar de seguir demoliendo.