felipe de Borbón se ha dado un paseo oficial por Marruecos -en la delegación española le acompañaban también cinco ministros del PSOE- y lo cierto es que de ese viaje sabemos más bien poco. Que le pidió a su hermano Mohamed VI, el sátrapa actual de Marruecos, “ir más allá” en el control de los flujos migratorios en el Estrecho. No ha quedado muy claro que quiere decir ese “ir más allá” que reclama Felipe de Borbón, aunque no tiene muy buena pinta en un régimen como el alauita, donde no hay libertades democráticas y sí vulneración constante de los derechos humanos. También sabemos que rindió honores al genocida Hassán II. Y que no hizo referencia alguna a los derechos del pueblo saharaui y a la ocupación militar y colonización ilegal de una buen aparte del territorio del Sáhara Occidental. Como bagaje político es muy pobre. El accidentalismo diplomático -es algo así como la teoría que intenta justificar la mala práctica del pragmatismo de la realpolitik- y el dinero siempre van de la mano. Se deja tirado en el olvido y la represión al pueblo saharaui y se exige sumisión inquebrantable la régimen negro de Mohamed VI. Los principios políticos dejan de ser una prioridad, la ética política se convierte en prescindible y el fin justifica los medios se convierte en la única estrategia. En Marruecos siguen la brutal represión marroquí, las violaciones masivas de los derechos humanos que se ceban en los jóvenes y mujeres saharauis -y cualquier otro movimiento interno de disidencia o crítica políticas- y la tortura sistemática. Pero Marruecos solo es otro ejemplo de la ventaja de que disfrutan las monarquías árabes y los regímenes antidemocráticos que controlan los amigos de Occidente por todos los lugares del mundo, que pueden vulnerar sistemáticamente los derechos humanos sabiendo que Europa y EEUU mirarán sumisamente para otro lado.