el Gobierno de Sánchez, ya en funciones, echa mano de la vía del decreto para autorizar ahora el destino de los superávits presupuestarios de las comunidades a inversiones sostenibles cuando lleva 10 meses negando esa posibilidad a Navarra. Una tomadura de pelo más de la política efectista de los gestos. De eso se trata precisamente en este caso, de la estupidez política que ha incautado a Navarra 78 millones de euros disponibles para inversiones sociales en Navarra de interés general. Navarra disponía en 2017 de 232 millones fruto de la renovación del Convenio Económico con el Estado -dinero que se debía a las arcas forales y el Gobierno de Barkos recuperó negociando con el PP- y de la buena gestión financiera, fiscal y presupuestaria de la Hacienda Foral estos tres últimos años. De esos 232 millones de euros, Navarra decidió destinar 119 a amortizar la deuda heredada de la desastrosa gestión de UPN-PP y los otros 113 millones a inversiones sostenibles sociales y locales. Pero el Gobierno de Sánchez vetó esa decisión y autorizó sólo 35 millones. Un castigo al conjunto de la sociedad navarra que llevó a cabo aplicando además una legislación aprobada en 2012 por el PP con el apoyo de UPN, la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, que el mismo PSOE de Sánchez había criticado y rechazado. Otra incongruencia. Injusta también. Navarra cumplió el déficit en 2017 y lo ha vuelto a cumplir en 2018. El pasado año fue además la comunidad que más redujo su deuda pública y mantuvo el crecimiento en el 3,2%. Insinuar lo contrario, como hace ahora el PSN para escaquearse de su responsabilidad, es simplemente falso. No hay razones financieras ni presupuestarias que avalasen aquel recorte político a unas inversiones necesarias para tratar de buscar soluciones a las demandas y problemas de los navarros y navarras. Ni siquiera es dinero del Gobierno, sino un bien común fruto del esfuerzo colectivo, de la mejora económica y del empleo, del aumento de ingresos fiscales y de la buena gestión financiera y presupuestaria de Navarra. Ahora, Sánchez, en plena campaña electoral, aprueba lo que antes negó a Navarra por simple interés partidista. Otro absurdo incomprensible de la política.