era conocido que a Esparza no le hace gracia especial en estas elecciones la compañía del PP si quiere volver a engañar al PSN. Lo sumó al frente de derechas por un simple cuestión utilitarista de meter sus votos en la misma bolsa. Para empezar, se quitó a Ana Beltrán de la lista al Parlamento de Navarra. Tampoco le gusta la compañía de Casado y se escaqueó de la foto con el líder del PP en su visita del martes a Pamplona-Iruña. Mandó a Maya al acto -al que la asistencia fue muy escasa- y el candidato a la Alcaldía no tuvo ninguna ocurrencia digna de ser reseñada más que quejarse porque la foto de Felipe de Borbón en el Ayuntamiento se ha reducido a tamaño folio. Preocupación ciudadana máxima. Al menos en esta ocasión Casado evitó a la sociedad navarra el numerito que ha protagonizado habitualmente en cada viaje a esta tierra, ya sea Pamplona o los montajes mediáticos del Alsasua y no denunció a bombo y platillo que estuvo a punto de morir en estas inhóspitas tierras. Debe ser eso lo que la prensa madrileña conservadora llama giro al centro tras el fiasco de las pasadas elecciones generales. Vino, dio su mensaje -qué debemos votar, pensar y hacer los buenos navarros-, se tomó un vino y se fue. Acompañado, eso sí, de Beltrán, a quien se ha llevado a un cómodo retiro como diputada por Madrid dejando el partido en Navarra en situación de desguace. Lo que me deja perplejo es que Esparza apostase como contrapunto al feo a Casado por la foto de sonrisa forzada con Arrimadas, la líder exaltada de Ciudadanos, que ayer se pasó también un rato por Iruña. Comienza el desfile de paracaidistas de ida y vuelta. Arrimadas presume de su antiforalismo sin tapujos, partidaria indisimulada de la eliminación del régimen foral -le aplican sus compañeros de Ciudadanos el sobrenombre de azote del Fuero-, y tras abandonar a su partido en Catalunya para dar el salto a Madrid solo ha dejado como herencia allí impostura política, violencia verbal y agitación extremista y ultra. Esparza prefiere Arrimadas a Casado. Allá él, con amigos así, no se necesitan adversarios. A la espera de Vargas Llosa, un habitual, y Cayetana Álvarez de Toledo, quien acaba de llevar al PP al ridículo histórico de obtener un solo diputado en Catalunya. Es lo que da de sí el frente de derechas en Navarra.