No sé si se asoma ya por el horizontes una tercera fase de la crisis permanente en que llevamos ya más de 10 años instalados o son solo mensajes alarmistas sin sentido. Hay quienes advierten de lo primero y quienes defienden lo segundo. Lo que sé es que resuenan de nuevo con fuerzas esos mensajes de culpa que señalan a los ciudadanos como responsables de lo que venga si es malo. Ya se habla de nuevo del mantra convertido en coletilla habitual que termina el análisis de las causas de la crisis con la frase por vivir por encima de nuestras posibilidades. Se repiten igualmente los mensajes catastrofistas sobre el futuro de las pensiones públicas. O se avisa de consecuencias terribles para el empleo si se sube el salario mínimo o se aumentan los salarios de trabajo. También se afirma que una bajada del precio de las vivienda tendrá consecuencias negativas para las entidades financieras. Y otros muchos similares. Todos coinciden en responsabilizar a los ciudadanos de la inestabilidad permanente de la situación de las economías. Me da que no sólo nos han echado encima una crisis en cuyo origen y beneficios no tuvimos ni responsabilidad ni parte alguna, que no sólo no han cumplido sus promesas de refundar el capitalismo, que no sólo nos han cargado a la espalda el coste de la especulación inmobiliaria, financiera y bancaria con recortes sociales y laborales, sino que además nos quieren amedrentar con la responsabilidad de todo ello a través de un sentimiento de culpa colectivo. Y entre tanto, el capitalismo especulativo, la economía de los mercados, campa a sus anchas moviendo miles de millones de euros a través de fondos de inversiones y de riesgo, muchas veces a costa de traspasar los recursos públicos del bien común colectivo a los bolsillos privados. Todo sigue igual que cuando empezó esta crisis-estafa. También los mensajes periódicos de culpa y miedo. La única novedad clave es que en este tiempo la crisis medioambiental y climática está situando a la Tierra a las puertas de un desastre global irreversible. También será luego culpa nuestra, otra excusa para aumentarnos la penitencia.