andan los socios del eventual Gobierno foral trabajando acuerdos sectoriales a partir de sus coincidencias en inversión social, refuerzo de los servicios públicos, impulso económico y del empleo, rigor financiero y fiscalidad progresiva. Tratándose esos consensos de los pilares de la acción ejecutiva por encima de las diferencias, las discrepancias también deben pactarse para que las renuncias particulares en ese programa gubernamental compartido tengan asimismo su debido eco en el Parlamento con una metodología clara que resista los insistentes intentos de la derecha de abrir fallas en el Gabinete regido por Chivite. Con resultar imprescindible ese procedimiento tasado, todos los Gobiernos de coalición necesitan de una fontanería mayor que vele por su correcto desarrollo y engrase el funcionamiento de las consejerías como si todas las dirigiese la misma sigla, empastando cronogramas, adelantándose a las trampas que aguardan a cada esquina y respondiendo con diligencia a las urgencias informativas. Esa fontanería, asentada en los principios de experiencia y cualificación desde la confianza de todos los soportes del Gobierno -dentro y fuera-, constituye la clave de la supervivencia del Ejecutivo multipartito en una legislatura de acoso brutal por una derecha histérica alentada por su frente mediático.