la derecha política y mediática continúa encolerizada por el recambio en Navarra propalando el teorema del regalo de la Comunidad Foral a ETA. Visto desde la capital del viejo reino, la acusación resulta grotesca, pues tal obsequio ya se denunció en marzo de 2007 con la manifestación que UPN-PP urdió contra Zapatero con el pretexto de semejante infundio, incluso después de que ETA dinamitara la T-4 de Barajas. Pero ahí siguen erre que erre, como si algo pudiera regalarse mil veces. Sin embargo, los satélites de UPN obvian, para no desacreditar la tesis de la traición socialista, que quien regaló la centralidad a Chivite fue Esparza. Porque, admitiendo que Navarra Suma optimizó en escaños todo el voto de las derechas y que la fórmula le ha reportado alcaldías relevantes, UPN optó por una política de bloques al unir su destino al PP como sigla antagonista del PSOE y a Ciudadanos pese a su condición de partido esencialmente antiforalista. Además de tratarse de una coalición nacida del frentismo, incluye en su seno a un partido putrefacto (PP) según los tribunales y por eso estomagan sus incriminaciones morales a cuenta de EH Bildu. Más cuando los socios de UPN sí tienen como interlocutor preferente a una formación racista y misógina como Vox, blanqueada sin remilgos por los poderes conservadores.