De nuevo el cemento llega a Pamplona. Maya pretende desmontar el corredor sostenible de Pío XII reduciendo el tamaño de las aceras y los espacios de carril-bici para volver a ganar plazas de aparcamiento para los coches. Una regresión medioambiental que contradice las exigencias de la UE para un diseño más humano de las ciudades. Un paso atrás que volverá a situar a Pamplona en el lugar contrario al que avanzan la mayoría de los núcleos urbanos similares, no sólo en Europa, sino en el mismo Estado español. Tan absurdo y tonto como la pretensión -seguramente inviable a estas alturas-, de volver a levantar la presa de Santa Engracia. El cemento y la excavadora han sido dos símbolos de la gestión urbanística y del entender democrático de UPN. Maya no tiene mayoría absoluta en el Ayuntamiento y la mayoría de la representación municipal de los pamploneses y pamplonesas están en contra de ese sin sentido político, por eso ya advierte que lo impondrá por la vía de los hechos y la alcaldada habitual. Esto es, sin pasar la decisión por el pleno municipal. La imposición política y la anulación de la participación ciudadana y del debate social y político en la ciudad como método y seña de identidad. La vía unilateral antidemocrática de imponer su minoría a los acuerdos de pleno y de las comisiones. También con el proyecto de futuro para el monumento franquista de Los Caídos, que quiere paralizar. Provocar -perseguir y multar la ikurriña, por ejemplo-, para armar ruido y desviar la atención de sus fracasos. Aunque a Maya y a Navarra Suma estas cosas de la democracia les parezcan una minucia sin importancia, la democracia real va mucho más allá de la democracia formal y los subterfugios jurídicos para saltarse el debate social y en ocasiones también la propia legalidad. Vuelta al pasado. Un pasado reciente hasta 2015 que simboliza también la negativa a escuchar a otros, sus opiniones, propuestas e inquietudes. Una prepotencia agotadora que casi siempre ha servido de instrumento para intentar ocultar bajo los escombros que el interés general quedaba sometido a otros intereses particulares y clientelares. En realidad, Maya no ha comenzado con buen pie la Legislatura. Acumula una sucesión de derrotas en votaciones sobre asuntos clave. Debería leer esa realidad y optar por una mayor templanza en la toma de decisiones. O la Legislatura se le hará una carga pesada de derrotas sucesivas. Mal camino para Maya y también para Iruña.