Vox ha escogido este fin de semana a Navarra como diana de sus improperios y necedades. Como entremés, el apoyo a la concentración de hoy contra un inexistente repliegue de la Guardia Civil ante la devolución de la competencia de Tráfico hurtada por el franquismo; como plato fuerte de puro intragable, la visita mañana de Ortega Smith, número dos de la formación ultra, para ungir al nuevo presidente en este territorio, una vez esfumado el anterior. El francotirador de Murcia, investigado por disparar con un fusil de asalto en una base militar, se dirigirá como acostumbra al electorado más reaccionario y a UPN le volverán a temblar las piernas pese a que la derecha extrema concitó en los últimos comicios forales 4.500 votos escasos. Un sinsentido, pues el pavor a Vox llevó a UPN a urdir el frente de Navarra Suma radicalizando el discurso y ahora se encuentra sin capacidad de influir en la gobernanza por mor de una soledad parlamentaria replicada en el Ayuntamiento de Pamplona aun ostentando la alcaldía, cautivo Maya de la oposición. Ortega Smith se irá con su música castrense a otra parte y a UPN le tocaría reflexionar sobre qué puede esperar de persistir en la trinchera desde la que ametrallar a discreción. La pregunta radica en dónde están las gentes de UPN con perspectiva. Si quedan.