amplona amaneció ayer con una imagen y unos sentimientos más propios de un 15 de julio que de un día 8. Triste, afligida, extrañamente laboriosa y escasamente resacosa. Miles de pamplonesas y pamplonesas de todas las edades celebraron a su manera los dos días más grandes del calendario jaranero con nostalgia de la normalidad pero con el sentimiento sanferminero a flor de piel. Por su puesto en torno a una mesa con familiares y amigos aunque con algo menos de pimple que otros años. Y con un grado de responsabilidad ejemplar pese a los agoreros del apocalipsis, que son muchos por estos lares. La ciudad, sus gentes, han vuelto a dar la nota para bien -como casi siempre- estos dos días y deben de sentirse orgullosos de su actitud y comportamiento para disfrutar de una juerga contenida y comedida sin la espontaneidad y explosividad habitual. Y todo ello sin olvidarse de las necesarias medidas de prevención. Tanto es así que algunas de las medidas más drásticas contempladas por las autoridades no se han ejecutado y otras se han relajado ante la ejemplar actitud de la ciudadanía. El fin de semana supondrá otra prueba de fuego pero esperemos no entrar en el peor de los escenarios. Seguro que Pamplona y sus gentes vuelven a dar la nota.