esde hace 30 años, el proyecto del TAV ha sido utilizado por las derechas navarra y española y el PSN-PSOE fundamentalmente como recurso propagandístico. En momentos puntuales han sacado a pasear convenios y planos sobre trazados y plazos que no se han cumplido jamás. El más reciente en vender humo a cuenta de esta infraestructura fue el último ministro de Fomento de Rajoy, Íñigo de la Serna, quien en enero de 2018 se atrevió a decir que el TAV circularía por la Comunidad Foral a finales de 2023. Ese cuento se lo compró Navarra Suma, que el pasado 10 de junio no tuvo otra ocurrencia que proponer en el Parlamento que el Gobierno foral se gastara este año 268 millones para continuar con estas obras que corresponde financiar al Estado. Semejante despropósito no solo se da de bruces con la realidad económica -Navarra estima que la caída de la recaudación superará este año los 800 millones y el PIB se ha desplomado en el segundo trimestre-, sino también con la Airef, que no es precisamente sospechosa de estar en connivencia con los movimientos anti-TAV. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal acaba de decir que "es necesario reevaluar" los proyectos de alta velocidad pendientes de realizarse. Explica que la red "tiene un bajo nivel de utilización" y "rentabilidades socioeconómicas muy bajas". En otras palabras, recomienda a quienes tienen tanta prisa por el TAV que esperen sentados porque parece que esto va para largo. ¿Quizá para el siglo que viene?