a respuesta de Bruselas a la situación de las miles de personas refugiadas e inmigrantes en las fronteras de la UE es únicamente más mano dura. Más expulsiones, más cierre de fronteras y una falsa solidaridad a la carta de cada Estado que descarta la imposición política de las cuotas obligatorias de acogida. Otro fiasco. Otro paso atrás más que aleja a la actual Europa de sus principios fundacionales. Ni la solidaridad ni la justicia tienen ya peso político en esta UE de los 27, cada vez más ingobernable políticamente. El derecho a veto y la creciente influencia de las posiciones extremistas de derechas están devaluando a la UE como proyecto político, económico y social y reduciendo su capacidad de influencia en el concierto internacional. El uso político y electoralista de los discursos xenófobos contra las personas migrantes y refugiadas ha calado ya profundamente en el seno de la Unión desde Austria, Hungría, Polonia o Grecia a Francia, incluso Alemania e Italia. También en el Estado español, primero con el PP y ahora aún más duro con Vox. Se han expandido noticias falsas e información basura manipulando la realidad de la llegada de inmigrantes a las costas o se ha distorsionado la situación de los inmigrantes en estado de ilegalidad administrativa para hacer bandera de la vieja mano dura con el objetivo de captar votos. Les llaman sin papeles o ilegales para tratar de devaluar su condición humana de personas. Un compendio de mentiras que utilizan la inmigración y el patrioterismo como elementos de agitación social señalando a un enemigo-chivo expiatorio contra el que dirigir el malestar ciudadano, acrecentado por la pandemia sanitaria y la crisis económica. El odio y el miedo como argumentos ratificado ahora por la burocracia política instalada en Bruselas. No querer verlo y abordarlo no cambia esa visión falsa y negativa que está embadurnando cualquier debate político y social.