oca recogerse, refugiarse de nuevo en lugar seguro, seguir soñando con los ojos bien abiertos, vivir con cautela dejando atrás el miedo, mantener la alerta sin caer en la alarma, asumir que la mejor medida contra el covid empieza en nuestra actitud, de dentro hacia afuera, y tratar de bajar velocidad sin tener que parar del todo. Movernos, pero menos; juntarnos, pero en grupos pequeños y seguir en compañía apostando por una mayor soledad. Pero vivir sin renunciar a todo aquello que antes y ahora nos reconforta. Esta lluvia y tiempo de otoño, que ha llegado de golpe, como una señal, es sin duda un buen aliado para avanzar en este camino difícil de la era covid que nos toca, como lo son los libros, que de nuevo han salido a la calle en una edición de la feria que viene a resarcirse de todo lo que no puedo ser, de un Día del libro que no fue tal y una feria de junio que se tragó las novedades de verano posponiéndolas a este otoño. La cultura y especialmente el sector del libro han sido y son una estupenda medicina en este raro tiempo que ya está durando demasiado. Libros amigos que nos evaden, entretienen, ilusionan, acompañan, enganchan, inquietan, relajan, estimulan, enseñan o adormecen. Libros, que necesitan más que nunca manos amigas que los abran en una feria especial, que llega para acercarnos en medio de tantas distancias y para recordarnos que la lectura y la escritura son siempre un refugio seguro.