la investigación judicial ya en marcha del caso Kitchen -el espionaje de la policía política al servicio del PP a su extesorero Luis Bárcenas con fondos reservados públicos- se le suma ahora la investigación de una comisión parlamentaria en el Congreso. La decisión fue adoptada por la inmensa mayoría de la Cámara, la abstención de la ultraderecha de Vox y el voto en contra del PP y el único diputado de Foro Asturias. Los dos diputados de UPN, elegidos en la lista de la coalición Navarra Suma junto al PP, también votaron a favor, aunque eso no oculta que toda esa operación ilegal dirigida por el excomisario Villarejo se produjo bajo el mando de los gobiernos de Rajoy que UPN apoyó insistentemente. El caso Kitchen es un reflejo fiel y apasionante -si se leen conversaciones y la traslación de las grabaciones de Villarejo- de una época en el que el control de la política estaba bajo las órdenes de las cloacas policiales. Se espió a compañeros de partido, a adversarios de otros partidos, a banqueros, a dirigentes políticos, a jueces y fiscales, a la Casa Real y a Juan Carlos de Borbón, a empresarios... Y, además, entre los espiados también se espiaban unos a otros. Todo culminado por conversaciones, insinuaciones, descripciones y chanzas sobra la vida privada de unos y otros de tono casposo, cutre y barriobajero. Una descripción fiel de esa España suya de las cloacas que habita el Madrid más penoso en que se ha convertido hoy, tras 25 años de gobiernos y control político del PP, la capital del Estado. Pero Kitchen es también algo más que un episodio más o menos negro o más o menos delictivo de la decadente política española. Es, sobre todo, la escenificación realista de los manejos del Estado oscuro. Ese espacio de poder e impunidad donde la corrupción política, económica, ideológica y social campan a sus anchas. Porque no se puede olvidar que el PP ya es un partido condenado por corrupción y que Kitchen deriva directamente de aquella causa judicial sobre la financiación irregular del PP y de los sobresueldos de sus principales dirigentes a través de la instruida sobre la contabilidad opaca realizada por Bárcenas. Todos los que han ido apareciendo hasta ahora en las conversaciones y grabaciones están ese espacio de poder -el último en incorporarse a esa indecorosa lista ha sido el famoso juez Marchena-, pero aún no sabemos si han salido todos los que son parte de esa negra elite. Son los del por el bien de España. Ese comodín falsario bajo cuya sombra se han asaltado las arcas públicas, se han privatizado los servicios públicos, se han restringido las libertades civiles y políticas, se han recortado los derechos sociales y laborales y se ha obligado al exilio laboral o académico a miles de jóvenes. Se ha vaciado la hucha de las pensiones, se ha desbocado la deuda, se ha incumplido el déficit, se recentraliza el Estado o se politizan los altos tribunales. Ya lo escribí creo: El bien de España es el último refugio de los embusteros disfrazados de patriotas de pacotilla.