espués de que la Eurocopa y el Tour se hayan disputado con público, lo que ha permitido recuperar esas sensaciones imposibles de alcanzar en un espectáculo a puerta cerrada, se albergan esperanzas de que Tokio 2020 estuviera en condiciones de celebrarse con las gradas más o menos concurridas. Lamentablemente no va a ser así. Los Juegos Olímpicos, que han alzado ya el telón con el arranque de algunas competiciones que preceden a la ceremonia inaugural, están rodeados de incertidumbre. La amenaza de la covid sobrevuela sobre el mayor acontecimiento deportivo del planeta hasta el punto de que nadie es capaz de garantizar que vaya a tener un desarrollo normalizado. Un auténtico problemón para el Comité Organizador de los JJOO, que nacen con mutilación ambiental y con el riesgo incluso de que algún deportista no pueda participar en la final para la que se ha ganado el puesto por verse en la obligación de quedarse confinado en la villa olímpica. Algo parecido a esto ya le ocurrió al rojillo Jon Moncayola, que por este mismo tuvo que irse para casa en vísperas de debutar en el Europeo sub-21 y que desde esta misma mañana tiene la posibilidad de quitarse la espina con la selección olímpica en Japón.