yuso cuenta con una ventaja para colocar su propaganda como política a la opinión pública: el personaje ha superado a la persona y eso al parecer facilita las cosas en la difusión mediática y social. La idiotez y la ocurrencia tienen hoy en día un valor añadido sobre las ideas y las propuestas. Ayuso anuncia la eliminación de los impuestos propios en Madrid y acapara los medios y las redes sociales. El titular común y generalizado es ése, ya sea cual sea el medio que lo difunde. Hasta los más progresistas. La inmediatez también es un adversario hoy del periodismo. En realidad, los tributos que elimina son la supresión del impuesto sobre la instalación de máquinas recreativas en hostelería y el impuesto sobre Depósito de Residuos. Tasas irrelevantes que no tienen incidencia alguna en los bolsillos de los contribuyentes. Una ayusada más, pero al loro con las ayusadas. La idea fuerza que contienen llega fácilmente y convenientemente manipulada a la opinión pública. Se trata de alimentar el debate de la demagogia fiscal contra el sistema de redistribución de la riqueza, servicios públicos de calidad e igualdad de oportunidades. Y favorecer un modelo tributario para quien más renta y patrimonio acumula a costa del esfuerzo de la mayoría. Ayuso no ha tomado ninguna medida tributaria relevante en este último anuncio, pero sí ha alimentado un nuevo caso de intoxicación mediática que sonroja a cualquier profesional honesto del periodismo. Ganó fácilmente unas elecciones con el único argumento social de defender el supuesto derecho a tomar cañas, su propia versión cañí del viejo ...¡y que viva el vino! y por la incomparecencia de otros discursos políticos mínimamente capaces de conectar con los electores madrileños. Pero ganar unas elecciones no hace más respetable a Ayuso. Sólo el mínimo que exige la libertad política. La historia de la democracia está acompañada de un largo listado de casos de triunfadores en las urnas que han derivado en lo peor posible para sus ciudadanos. Casi siempre cuando se hace evidente la realidad de sus mentiras y el oscuro alcance de sus intenciones ya fue muy tarde. En todo caso, el problema no es Ayuso, una pieza más de quita y pon en el teatrillo de la peor política. Son quienes mecen su cuna y manejan sus hilos desde las bambalinas. Ayuso es una idiota a la que sólo una excelente campaña de foto propaganda, la falta de una alternativa activa en la oposición, la complicidad de la mayoría de los grandes medios de Madrid a cambio de ingentes millones de dinero público y su utilización por una organizada y más poderosa que ella estrategia de desgaste de los valores de la democracia le han hecho relevante ahora. Ayuso contra el enemigo de turno. La política en Madrid siempre necesita un enemigo exterior: los franceses, los británicos, los moros, los foralistas, los independentistas americanos, los rojos, los vascos, los inmigrantes, los académicos, los científicos, los escritores, los actores, los catalanes, los provincianos, los impuestos... lo que sea necesario en cada contexto histórico. Pero ojo con el ayusismo. Representa en este siglo XXI ese ombliguismo reaccionario y bélico que siempre ha caracterizado las derechas españolas cuando pierden el poder. Ayuso es solo un mero ariete para golpear, pero a veces los arietes son efectivos, aunque siempre acaban rotos.