magínense que el avatar que le han creado en la consola Wii sus hijos, sobrinos o hijos de amigos es más que un muñecote que se nos parece físicamente. Imagínensen que no es un mero juego sino que nos podemos teletransportar a través de un mundo virtual con un yo que no es de carne y hueso. Imagínensen que podemos hacer muchas de las actividades que hacemos de normal pero sin movernos de la habitación. ¿Cómo? Con ayuda de dispositivos de realidad virtual y realidad aumentada que nos permitirían caminar por las calles de la ciudad y charlar con otros avatares virtuales, acudir a un concierto, compartir oficina virtual sin salir de casa o comprar ropa virtual con moneda virtual. Parece una película de ficción (tipo Second Life) pero es casi el mañana, un paso más al Internet y las redes sociales. Es la nueva revolución tecnológica que utiliza gafas y sensores que imitará nuestros gestos y movimientos. Si con las pantallas del movil o la tablet ya estábamos limitando nuestros encuentros reales no quiero ni pensar lo que puede suponer colgarse de un auricular para no viajar, ir a un festival o acudir a la oficina. ¿Enriquecerá realmente nuestro mundo real y nos comunicará con otros puntos del planeta o nos aislará todavía más? ¿Creará nuevas necesidades de ese otro yo para fomentar el consumo más si cabe? ¿Nos inventaremos un avatar diferente a la persona que somos y seremos más vulnerables al engaño? El creador de Facebook Mark Zuckerberg lo llama Metaverso que no es otra cosa que internet al cubo. Un mundo que asusta realmente. La conexión entre lo real- físico y lo virtual se acerca. Habrá que preguntar a salud mental.