l parlamentario de UPN y de la coalición Navarra Suma Iñaki Iriarte aprovechó una sesión de trabajo en la Cámara foral con el Foro Social para pedir perdón por la falta de cariño con las familias de ciudadanos navarros víctimas de otras violencias diferentes a las de ETA. Iriarte citó en concreto a Mikel Zabalza, Germán Rodríguez y Mikel Arregi. Todos ellos fueron asesinados por miembros de los cuerpos policiales en sus funciones públicas. Supongo que por ello les nombró. Pudo citar también a José Luis Cano, Gladys del Estal, Ricardo García Pellejero, Aniano Jiménez, José Miguel Etxeberria o Ángel Berrueta, entre otros ejemplos. Pero su declaración está bien. Es un paso más importante para avanzar en la convivencia democrática y en la memoria y la verdad de todas las víctimas de todas las violencias. Antes o después será necesaria la asunción institucional de estas otras víctimas, porque el derecho a a la justicia alcanza a todas las víctimas de violaciones de derechos humanos. Que UPN se sume a ese camino es un valor político importante porque hasta ahora, décadas después, las ha considerado no víctimas o víctimas de segunda en el mejor de los casos. Negarse a admitir la existencia de un terrorismo derechista, de la guerra sucia impulsada desde los aparatos del Estado, de las desapariciones o de los casos de malos tratos y torturas condenados en los tribunales supone un absurdo intento de discriminar la realidad y de intentar ocultar una parte del sufrimiento humano generado por las diferentes violencias. Iriarte pidió perdón como portavoz de Navarra Suma y miembro de UPN. La solicitud de perdón a las víctimas tiene un doble interés humano, porque sitúa en el eje del camino el reconocimiento del daño causado por un lado -en el caso de UPN, el mirar hacia otro lado y el desinterés político con los familiares de esas víctimas-, y la aceptación del perdón por otro. Los familiares de Mikel Zabalza y Germán Rodríguez lo han valorado de forma positiva, pero reclaman también a UPN y a Navarra Suma hechos políticos que apoyen sus demandas de verdad hacia esas víctimas que llevan años condenadas al olvido político, judicial e institucional. El silencio de Esparza y de los dirigentes de PP y Ciudadanos en Navarra tras las palabras de Iñaki Iriarte ya parece elocuente. También la ausencia de EH Bildu. Quizás a unos y otros Iriarte les ha pillado con el pie cambiado. Y las palabras de Maya son tan confusas y contradictorias como todas sus últimas declaraciones públicas. Maya ha tenido la misma posición negativa y escapista a la hora de votar cuestiones que han afectado al reconocimiento de la verdad de esas víctimas que el resto de UPN. Al igual que sobre los miles de navarros que fueron víctimas del genocidio franquista y de la posterior dictadura, que UPN siempre ha sido reticente a condenar y cuando no ha tenido más remedio, les ha apoyado con la boca muy pequeñita. Hablando de la exigencia de la condena. A la idea de perdón se le supone, en su uso político contra la violencia y sus consecuencias humanas, un valor de posicionamiento ético que le debiera otorgar influencia en la opinión pública. Creo que ése es el mérito del valor del discurso de Iriarte. Es de esperar que los hechos no lo reduzcan a un mero pose político sin otro valor añadido.