índrome de la cara vacía': Así le llaman los psicólogos a los problemas de estrés y angustia, y en general a todos los síntomas mentales y emocionales que tienen personas que se sienten inseguras cuando no llevan nada que les proteja y, desde ayer, observen desde su trinchera de tela al resto del vecindario exhalando sus aerosoles por la boca. Vamos, que muchos y muchas para nos sentirnos desnudas ante la desescalada la seguiremos llevando en la calle, no sólo en interiores. El cubrebocas es mi atuendo (FFP2 en interiores y la higiénica en exteriores) y mi muleta psicológica aunque entiendo que para los niñ@s suponga una liberación y una manera de volver a relacionarse con normalidad con todos sus compañeros en el patio y sin burbujas. Pero mi mente adulta ha ido creando una serie de alertas. Y no es para menos cuando los propios responsables de Salud en Navarra instan a mantener la mascarila, la ventilación y el lavado de manos. Hace apenas quince días el Gobierno foral pedía prorrogar las medidas al no bajar la presión hospitalaria, una tensión que vivíamos muy de cerca dado el número de casos que nos rodeaban. "Nos preocupa mucho el verano y que puedan llegar nuevas cepas. Nos preocupa la aparición de la ómicron silenciosa porque es más contagiosa y habrá que ver si presenta algún tipo de escape a los anticuerpos de la vacuna o a los propios de la enfermedad", sostenía ayer Alfredo Martínez, director general del HUN. Yo solo quiero una primavera tranquila para que el verano no sea guerrero. Nos merecemos un verano diez ya casi dos años después de la primera alarma sanitaria.