l plan del Ministerio de Sanidad sobre salud cardiovascular desató ayer una nueva polémica. Mejor dicho, un nuevo bulo, al igual que el que se montó con el consumo de carne, esta vez con que Salud pretendía prohibir el alcohol de los menús de restaurantes. ¿Para qué hablar de hábitos saludables y de recomendaciones si podemos hablar de socialismo o cervecitas, de "más ganadería y menos comunismo", o de ley seca? La evidencia científica no es un bulo y la estrategia de Salud es seria. Prevé, entre otras medidas, recomendar a los restaurantes que promuevan la alimentación saludable y la retirada de bebidas alcohólicas de los menús. Poco le faltó a Ayuso para saltar en Twitter con una copa: "Un buen vino como el que los señores del gobierno nos quieren prohibir". Salud dejaba claro ayer que el documento en realidad no prohíbe nada y que ha contado con el consenso de los representantes de todas las comunidades y del Comité Científico del que forman parte diversas sociedades científicas. A petición de la comunidad de Madrid se suprimió finalmente la referencia al alcohol en las dietas saludables. La potenciación de la actividad física o la lucha contra la comida basura son otras de las propuestas para luchar contra las enfermedades cardiovasculares, la primera causa de muerte en el Estado (y la segunda de hospitalización) por delante de los tumores y las enfermedades respiratorias. Nada importa. Qué difícil resulta en este país hablar de hábitos saludables y qué pena de la derecha que nos toca padecer. Como si el vino y la chuleta fueran patrimonio exclusivo de la derecha. Vivir bien no significa no saber cuidarse.