n política, las chapuzas reaparecen una y otra vez desde el fondo del armario. Cuando menos se espera. Ha ocurrido ahora con el Circuito de Los Arcos, uno de aquellos monumentos al despilfarro de las épocas de bonanza que dejó como herencia la gestión de UPN durante los gobiernos de Sanz. Chapuzas muy vivas con sus propias losas financieras, obligaciones presupuestarias y dudas sobre su utilidad real para la sociedad navarra. Ahora la empresa pública NICDO, encargada en este momento de la gestión del Circuito de Los Arcos, lo ha sacado a la venta una vez que puede recuperar su actividad tras los años de suspensión por la pandemia sanitaria del coronavirus.

De los cinco millones de inversión privada iniciales, el coste de esta infraestructura deportiva ya alcanza los 70 millones si se incluye el coste de los intereses que ha generado toda la operación, una trama de amiguismo de más que dudosa legalidad que la justicia nunca ha querido investigar, pese a los sucesivos informes de la Cámara de Comptos cuestionando toda la operación de rescate de un proyecto de la empresa Construcciones Samaniego que tuvo que ser asumido, con los costes ya disparados, por las arcas públicas. Estas chapuzas siempre salen a la superficie. Como la porquería que siempre acaba flotando reaparece tras cada curva del río o tras cada nueva ola del mar. Se repiten los hechos: inversiones privadas rescatadas con dinero público, sobrecostes exagerados, financiaciones que penalizan los intereses públicos... sin que haya habido responsabilidad personal alguna sobre quienes con dinero público perpetraron obras y adjudicaciones que, además de cuestionadas por la Cámara de Comptos, siguen suponiendo aún hoy en día -el Circuito se inició en 2007-, una locura financiera y presupuestaria inasumible para Navarra. Entonces, la propaganda oficial del Gobierno de UPN lo vendió como un motor económico de futuro para la zona, una especie de inagotable cuerno de la abundancia que haría realidad todos los cuentos de la lechera para esos pueblos, pero nada de eso sucedió. Tampoco los esfuerzos de los Gobiernos a partir de 2015 y de los diferentes gestores privados que se han hecho cargo de la gestión del Circuito en estos 12 años de actividad han conseguido hacerlo no ya rentable, sino siquiera viable, pese haber logrado convertirlo en sede de importantes campeonatos y pruebas.

Y ahora, a la espera de la llegada de un comprador, el Circuito de Los Arcos languidece penosamente sin casi actividad mientras suma año tras año la cuenta debida de sus altos costes de mantenimiento. Aquella época de Navarra deja tras de sí un amplio rastro de sobrecostes en infraestructuras. Cientos de millones de las arcas públicas despilfarrados y repartidos entre amigos que aún seguimos y seguiremos pagando todos los navarros. Es fácil buscar en la hemeroteca la foto de la inauguración del Circuito de Los Arcos con los principales amañadores de semejante fraude exultantes de alegría y felicidad, que muestra en su máxima crudeza la desvergüenza e impostura de aquella elite gobernante en el festejo del derroche del dinero público de todos los navarros y navarras. La memoria política es fundamental y para que no se olvide o se pierda con el paso inevitable de tiempo las viejas chapuzas se empeñan en resucitar una y otra vez.