De un tiempo a esta parte, Pablo Iglesias venía repitiendo, en sus intervenciones los lunes en el ‘Ágora’ de la Cadena Ser junto a Carmen Calvo y García Margallo, la persecución de la que él y su partido son objeto por parte de los poderes económicos y mediáticos, que en algunos casos van de la mano cuando no comparten miembros del Consejo de Administración.

En ese debate radiofónico, siempre ha buscado un hueco para reiterar el mensaje y la denuncia, que en ocasiones podía ser interpretado por los oyentes como un raca-raca lastimero. Ahora se ha conocido que la denuncia tenía fundamento sólido; que el inefable comisario Villarejo coló información falsa a García Ferreras y Eduardo Inda que no perseguía otro objetivo que desprestigiar al político, a Podemos y minar, de paso, a la coalición de Gobierno.

En concreto, se dijo que el exlíder morado tenía una cuenta en un paraíso fiscal donde recibía dinero del gobierno de Venezuela. Otra intoxicación de Villarejo que ha puesto en evidencia esta vez a quienes se llenan la boca con la palabra periodismo. Y no son los primeros que pican. Hay mucha mierda y mucho mierda en las cloacas; por suerte para la sociedad, también periodistas que trabajan para contar la verdad.

Aunque ya todos estemos bajo sospecha.