Ante la alianza Navarra Suma tejida recientemente entre UPN, PP y Ciudadanos para concurrir unidos a las próximas elecciones tanto generales como autonómicas y municipales, la reacción de cualquier navarro con un cierto discernimiento es de estupefacción, de no dar crédito a sus percepciones auditivas y visuales.

Así pues, aún a riesgo de ser redundantes o repetitivos por la evidencia del despropósito, obvio para cualquier inteligencia media y sin orejeras partidistas, vamos a continuación a realizar un breve análisis del meollo del asunto, que tiene a nuestro juicio una gravedad o temeridad rayana en el esperpento y la autoinmolación.

En efecto: mezclar en íntimo maridaje un partido como UPN que, supuestamente, defiende las más puras esencias navarras, la identidad del Viejo Reino, que tanto proclaman, incluyendo naturalmente su específico régimen foral, su Convenio y su Cupo, clave del bienestar de la ciudadanía navarra, con partidos como el PP, y sobre todo Ciudadanos, que han manifestado reiteradamente sus ansias recentralizadoras, imponiendo una rígida uniformización, es tan sorprendente como absolutamente contradictorio o irracional.

¿Es que alguien se puede creer que, de manera milagrosa y por pura generosidad o amor a los navarros, los partidos foráneos aludidos se han convertido, de repente, al foralismo, comprometiéndose a respetar nuestras tradicionales instituciones y derechos reflejados en la Ley Paccionada de 1841 y Ley de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra de 1982? La respuesta es, sin duda, negativa.

Como muestra de esa falsa conversión leemos en El Correo del lunes 15 de abril, que el líder de Ciudadanos, señor Rivera, acaba de clamar, nada menos que en la mismísima plaza de los Fueros de Rentería ¡contra los Fueros!

Tenemos aquí el clásico ejemplo de la zorra metida en el gallinero. Es un insulto a la inteligencia de los navarros este extraño mejunje, solo entendible desde unas ansias desaforadas de conquistar el poder y sus prebendas, una estrategia burda y ventajista hecha con inusitado descaro y que, por desmañada y torpe, merece fracasar.

Recuerdo aquí una fábula bien conocida y atribuida a Esopo titulada El Escorpión y la Rana que se puede aplicar a esta disparatada alianza. En ella un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar un río, pues parece que no sabe nadar, prometiendo a la rana no picarle durante la travesía. La rana, muy ingenua, accede a llevarlo a corcoles, o sea a sus espaldas, pero cuando están a mitad del cruce el escorpión pica a la rana y ésta, toda sorprendida, le pregunta al escorpión: “¿Cómo has hecho esto?, nos vamos a ahogar ahora los dos”, ante lo que el escorpión contesta: “Picar está en mi naturaleza, soy así”. La moraleja es clara: no te juntes con malas compañías o atente a las consecuencias.

Como sabemos o debiéramos saber todos los navarros, el actual Convenio Fiscal y su corolario del Cupo es la columna vertebral y sustento del Estado de bienestar en Navarra. Nuestros servicios médicos educativos y asistenciales, que están a la cabeza de España, se apoyan vitalmente en ese Convenio y Cupo que se remonta al primer tercio del siglo XIX, después de la primera Guerra Carlista. Es el último resto de nuestros Fueros, perdidos sustancialmente a raíz de tales guerras carlistas, y tiene el carácter de pacto o acuerdo bilateral entre las autoridades navarras y el Gobierno del Estado, no es por consiguiente ningún privilegio, y costó ingentes esfuerzos de todo tipo el conseguirlo. La actual Constitución de 1978, en su Disposición Adicional Primera, lo confirma también al máximo rango.

Renunciar a este sistema de manera estúpida y frívola por el insensato seguidismo de UPN sería una catástrofe para Navarra y su bienestar, y lo sufriríamos en nuestras carnes no solo las actuales generaciones de navarros que veríamos sustancialmente disminuidas nuestra sanidad, educación y servicios asistenciales, sino que habríamos malversado e hipotecado el porvenir de nuestros hijos y nietos de una manera totalmente irresponsable.

Hasta la dictadura de Franco, tan centralista y poco escrupuloso con el Estado de Derecho y Libertades, lo mantuvo, sin embargo, y sería un auténtico desastre el que lo perdiéramos ahora con esta irresponsabilidad. De ninguna manera debemos considerar aceptable asociarse con enemigos declarados de nuestro particular sistema institucional por mucho que nos lo juren los confabulados de la derecha, pues como en la fábula de Esopo “está en su naturaleza” el conseguir a todo trance un Estado lo más centralista y uniforme posible.

A lo largo de estos últimos años, especialmente los de la crisis, hemos estado oyendo continuas quejas de las autonomías de régimen común por las insuficiencias de financiación para atender sus competencias de materias tan centrales como las ya mentadas de sanidad, educación y dependencia. Mientras tanto las autonomías de régimen foral se han desenvuelto mucho mejor gracias a su sistema peculiar.

¿Es que a los navarros no nos importa pasar de tener una autonomía financiera de recaudación de impuestos y distribución del gasto con criterios de administración eficiente en beneficio de la ciudadanía navarra, a convertirnos en una sociedad de precariedad de medios que tiene que estar siempre pendiente del Gobierno central y sus dádivas más o menos caprichosas?

Nos jugamos mucho el próximo día 28. No nos dejemos pues embaucar por los cantos de sirena de los enemigos de nuestros Fueros y sus cómplices insensatos locales dispuestos a dilapidar, por el plato de lentejas del poder, todo el conjunto de derechos y activos conseguidos con enormes esfuerzos de todo tipo por nuestros antepasados

Votemos con la cabeza, buscando el bienestar de nuestra comunidad amenazado por alianzas contra natura como la comentada.