Parece que este mensaje no le queda claro a El Corte Inglés en su campaña por el Día de la Madre. O al menos así lo está demostrando con esa propaganda rancia y machista en la que nos recuerda, para que no se nos olvide que “97% entregada. 3% egoísmo. 0% quejas. 100% madre”. O que “sacan 48 horas al día para que el mundo siga girando y sin pedir nada a cambio, siendo además 100% madres”. Vaya esa vieja y caduca idea de que las madres/mujeres debemos hacer el trabajo de cuidados solas, gratuitamente, con dedicación exclusiva, sin pedir nada a cambio. La que no es así, pasa a ser “mala madre”, egoísta, desnaturalizada, culpable. Y esto nos lo dice después de dos 8 de marzo con las mujeres en las calles diciendo, entre otras cosas, que el cuidado y la sostenibilidad de la vida son trabajo y que, en casa y en el tajo, reparto del trabajo.

El Día de la Madre tradicionalmente ha sido, además de comercial, un día más, a través del cual se han seguido vertiendo ideas sobre el papel de la mujer en esta sociedad, especialmente en la faceta de cuidadora. En ello la publicidad, con el fin de que consumamos y poder vender más y más, ha seguido transmitiendo y reproduciendo las ideas estereotipadas sobre las mujeres: cosas para la casa y el cuidado de los demás, productos de belleza y adelgazamiento, joyas, ropas, flores, algún libro, móviles... Campañas no exentas de denuncias por parte del Movimiento Feminista por sexistas, como fue de Carrefour de 2015 o la de Alcampo de 2017. Este año la denuncia ha pasado a mayores, lo cual es un signo claro del avance del feminismo en nuestra sociedad. Ya no se cuelan las ideas machistas y los estereotipos fácilmente.

El papel social que realizan las madres en este mundo es necesario que sea reconocido, pero como un trabajo socialmente necesario, que debe ser valorado, computado (actualmente está catalogado en la categoría de inactivas) y sobre todo repartido entre todos los seres humanos y la sociedad en su conjunto mediante la creación de los recursos sociales necesarios. El cuidado es algo vital e importante en nuestras vidas y para el buen funcionamiento de la sociedad. La función de cuidar, en estos momentos, la hacen las mujeres, no solo por el hecho de traer las criaturas al mundo, sino también y especialmente, porque esta sociedad así lo piensa, lo dice y nos lo hace vivir. Nos ha adjudicado este papel, el de cuidar, en exclusividad, como algo natural e innato al hecho de ser mujer, cuando en realidad es algo que se aprende y construye y que a los hombres apenas se les enseña ni se les pide que lo ejerzan. Lo interesante sería que el ser madre y padre fuera compartido por ambos sexos o por todas las personas que participan en la crianza, sin esquemas ni prejuicios. Que todas cuidaran, dispensaran y cubrieran los cariños y necesidades afectivas que toda persona humana necesitamos, desde nuestro nacimiento y a lo largo de toda nuestra vida. Y si de paso se interiorizaban de forma generalizada los valores que van implícitos al cuidado para la actuación política y social, otro gallo nos cantaría y el mundo sería para todos y todas mucho más amable y acogedor, además de justo. Pero, afortunadamente, en estos momentos, madres, aunque solo haya una (biológica), las hay muy diversas y en ello está lo interesante. Nos encontramos con varios modelos de mujer y de madre, y es posible incluso pensar en mujer sin necesariamente ligarlo a madre, como algo de obligado cumplimiento.

Avanzar en igualdad supone avanzar en el reparto de responsabilidades y el Día de la Madre, parece un buen día para apelar como un buen regalo a la paternidad corresponsable, con el objetivo de posibilitar unas relaciones igualitarias entre las personas, por lo tanto, calidad de vida familiar y una educación basada en los valores humanos sin distinción de género. La corresponsabilidad es una clave para la igualdad, por ello el trabajo doméstico y el cuidado de las personas deben ser compartidos entre hombres y mujeres. No puede permitirse la sociedad que los hombres no hagan esta aportación y ellos no deben perderse la oportunidad del cuidado y realización de las tareas para la sostenibilidad de la vida. Por ética y justicia y por autonomía y crecimiento personal. Y porque tampoco deben ser privadas de ello las criaturas. Para llegar a la igualdad de oportunidades real, es necesaria la igualdad de responsabilidades. Para avanzar en ello aquí van algunas sugerencias de regalo:

-Apoyar los permisos de paternidad iguales e intransferibles.

-Garantizar la gratuidad del ciclo 0-3 años para todas las personas.

-Adecuar los horarios para poder conciliar.

-Controlar la publicidad y sugerencias de contenidos de la misma, con el fin de que no sea sexista, discriminatoria ni estereotipada.

-Crear una asignatura en la enseñanza reglada y no reglada de trabajo doméstico cuidado de personas, con el objetivo de conseguir mayor autonomía personal.

-Repartir todos los trabajos, los productivos y reproductivos, instaurando jornadas laborales de menos horas.

-Apoyar a las madres solas con leyes específicas que garanticen derechos a las familias monomarentales.

Si no hay igualdad afectiva, no existe igualdad efectiva. Este camino es apasionante recorrerlo conjuntamente. En ello estamos. Las madres y las mujeres queremos ser 100% libres para elegir.

La autora es técnica de Igualdad y exparlamentaria de Podemos-Ahal Dugu