diez de septiembre. Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Queremos contribuir a dar voz a la realidad del suicidio, a la par que exigimos un Plan Nacional del Prevención del Suicidio.

Hace poco más de dos años dimos a conocer el nacimiento de nuestra asociación

Besarkada-Abrazo, un grupo abierto tanto a personas sensibilizadas con esta realidad,

como a quienes hemos sufrido la pérdida por suicidio de un ser querido. Ninguna de las personas que formamos parte de esta asociación podíamos imaginar que hoy estaríamos en ella como afectados. Nos puede tocar a cualquiera. Esta forma de morir, rodeada todavía de estigma, viene acompañada por el silencio, un silencio que impide tomar conciencia de que es un problema real, cercano, que afecta a familias, a vecinos, a conocidos y que se da y se ha dado en todas las clases sociales, en todas las edades y en todos los países. Un silencio que mata. Tampoco nos imaginábamos que nos íbamos a convertir en un grupo con un riesgo más elevado de suicidio que el resto de la población.

Así lo hemos experimentado, tal y como lo evidencian los estudios especializados.

Cada año oficialmente mueren por suicidio en España alrededor de 3.700 personas. Sin

embargo, los expertos valoran que las cifras reales superan a las oficiales. Las ideas de

suicidio son más frecuentes de lo que creemos: según los estudios de prevalencia, el 4,4%, de los españoles, alrededor de 2.000.000 de personas, han pensado alguna vez en quitarse la vida (Nock et al. 2008).

El suicidio es la primera causa de muerte externa en España. Anteriormente eran los

accidentes de tráfico, pero en este caso, el Gobierno implantó una serie de planes de

prevención que a lo largo de 3 décadas han logrado reducir las tasas de fallecimientos por accidente de tráfico en más de un 70% (González, 2018). Mientras tanto, la cifra oficial de muertes por suicidio se mantiene en torno a los 3.700, lo que supone el doble de muertes por accidentes de tráfico.

Del suicidio no se habla. El miedo y el desconocimiento sobre cómo abordarlo se combaten con información y con campañas de sensibilización, entre otras medidas. Es urgente aprender cómo detectar las señales de que alguien está considerando el suicidio como una solución a sus problemas, cómo buscar y acceder a los recursos de ayuda. Pero en nuestra sociedad esto no se sabe.

La Organización Mundial de la Salud insiste en que se deben acometer con firmeza planes y programas para prevenir y reducir las tasas de suicidio. El suicidio es prevenible. Según la OMS, los países que han implantado algún plan de prevención han reducido las cifras de suicidio. Y nos preguntamos: ¿dónde está nuestro Plan Nacional de Prevención del Suicidio?, ¿dónde está la firme y clara apuesta del Gobierno para reducir esas cifras? Nos consta que el Ministerio de Sanidad, recientemente, dijo que las cifras de fallecimientos por suicidios en España son aceptables, puesto que nos mantenemos por debajo de la media europea. A esto queremos gritar un rotundo ¡No! No estamos en absoluto de acuerdo. Son demasiadas muertes. Tampoco queremos que el Gobierno se solidarice con el dolor de quienes vivimos esta experiencia y luego siga mirando para otro lado.

A nivel autonómico, en Navarra existe un Protocolo de Prevención elaborado en 2014, que si bien en su momento fue pionero, está pendiente de actualizar e incorporar nuevas líneas de actuación. Para su seguimiento, se creó una Comisión Interinstitucional que abarca numerosos ámbitos de la prevención (salud mental, educación, derechos sociales?). Consideramos necesario que esta comisión esté dotada con los suficientes recursos para que se pueda desarrollar el trabajo de implementación del Protocolo.

Acogemos con esperanza el anuncio desde Salud Mental de Gobierno de Navarra de la creación de un grupo de trabajo, en el que participa la asociación Besarkada-Abrazo, para diseñar un Programa de Prevención y Atención a las Conductas Suicidas.

Si bien consideramos esta medida como absolutamente imprescindible, queremos recalcar e insistir en que no se puede abordar el problema del suicidio únicamente desde el ámbito médico. Un plan de Prevención del Suicidio necesariamente debe ser integral, tal y como lo afirma la Organización Mundial de la Salud y, por tanto, se debe abordar desde diferentes dimensiones e implicar a todos los agentes sociales que intervienen en el ámbito psicosocial. Por ello, siendo el suicidio una realidad multidimensional, confiamos en que el nuevo Gobierno de Navarra liderado por María Chivite apueste por un renovado y necesario impulso al Protocolo, desarrolle acciones más ambiciosas y que no se conforme con abordarlo solo desde el ámbito de Salud Mental. Se necesita abordar el problema con compromiso por parte de la Administración, con recursos, presupuestos e implicación de buenos profesionales.La autora es presidenta de Besarkada-Abrazo, Asociación de Personas Afectadas por el Suicidio de un Ser Querido