os meses. Dos meses desde el momento en que asumimos la responsabilidad compartida de afrontar el mayor reto que hemos tenido como sociedad, por su impacto integral a todos los niveles, desde los dramáticos episodios bélicos que sufrimos en la primera mitad del siglo XX.

Un reto global que afecta a todos los países, a todos los seres humanos independientemente de la raza, credo, sexo, cultura o posición ideológica. También en Navarra, en toda su pluralidad territorial, lingüística, del ámbito más urbano o más rural. Una pandemia que nos ha golpeado donde más nos duele, enfermándonos o, incluso, llevándose a nuestros seres más queridos, y en este último extremo, sin ni siquiera poder despedirnos en muchas ocasiones. No cabe mayor dolor. Siempre, siempre estará en nuestro recuerdo.

Pero pese a todos los sacrificios, todo el dolor, todo el horizonte de dificultad social y económica que venimos emprendiendo, estamos sabiendo responder de manera ejemplar como sociedad. Primero, en el momento del confinamiento estricto, medida dura, seca, con consecuencias sociales y económicas, sin duda, pero imprescindible para salvar vidas (muchas más nos hubieran gustado). Medida necesaria para garantizar la respuesta de nuestro sistema sanitario, para proteger a nuestros profesionales que han trabajado y lo siguen haciendo en primera línea. Y en este contexto la respuesta de la inmensa mayoría de la sociedad navarra ha sido ejemplar, un ejercicio colectivo de responsabilidad y de solidaridad, de mirar por el bien común y de proteger a los más vulnerables. Desde las instituciones, solo tenemos palabras de agradecimiento. El orgullo de servir a esta sociedad. Aunque también, aun de forma minoritaria, haya habido comportamientos incívicos e insolidarios. Frente a estos, además del reproche social, la acción de las fuerzas y cuerpos de seguridad presentes en Navarra en una labor no tanto de carácter sancionador sino ejemplificante. En todo momento se ha velado por el cumplimiento de las medidas de prevención y se seguirá haciendo.

Comenzamos ahora una nueva fase en la lucha social de todos y todas contra el virus. El esfuerzo colectivo de los últimos dos meses da como resultado que, poco a poco, podamos ir recuperando espacios de encuentro, de relación y de vida social. Las sucesivas fases de la desescalada llevan consigo la apertura de actividades, espacios públicos y privados o encuentros sociales. Pero todo ello conlleva la necesidad de extremar las medidas preventivas, en las cuales no nos podemos permitir relajo alguno: distancias mínimas, higiene imprescindible y, en su caso, utilización de equipos de protección individual como las mascarillas. En este escenario, de la transición por las distintas fases y de acceso, en última instancia, a la nueva normalidad, es imprescindible redoblar nuestro comportamiento cívico y responsable. Es el mejor ejercicio de solidaridad que podemos practicar para proteger a nuestros padres, madres, abuelos o abuelas, a nuestros seres queridos más vulnerables.

Desde el Gobierno de Navarra estamos seguros de que así va a ser. Navarra es responsable y solidaria por definición. Somos una comunidad foral pequeña y muy tejida socialmente, relacionamos directamente el beneficio propio con el bien común y el trabajo colectivo. Si practicamos de manera más intensa nuestra propia esencia, todo saldrá bien. Y para la minoría tentada a no hacerlo, el conjunto de la sociedad y sus instituciones estarán ahí listas para el reproche firme y cívico, así como para la correspondiente actuación a través de las normas que todos nos hemos dotado.

Porque la alternativa a ser responsable y solidaria es, sencillamente, la vuelta atrás, a la imposibilidad de avanzar en la recuperación de nuestra vida familiar, social y laboral. Un lujo que no nos podemos permitir si queremos una recuperación integral.

Nos quedan semanas y meses intensos, dramáticos y llenos de algunas incertidumbres todavía. Pero con ideas, planificación, unidad, liderazgos inclusivos, responsabilidad colectiva y priorizando el bien común saldremos adelante a todos los niveles. En este nuevo escenario, ser cívico y responsable es el máximo ejercicio de solidaridad con nuestros seres más queridos y con el conjunto de la sociedad. Practiquémoslo.

El autor es vicepresidente primero y consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior del Gobierno de Navarra