a tarea que las gentes antimilitaristas venimos librando desde siempre denunciando lo absurdo de las guerras y las enormes inversiones económicas que acarrea ese empecinado empeño de "matar al enemigo con todos los medios al alcance", adquiere en estos tiempos de coronavirus una magnitud de escándalo supremo. Un sentimiento que se suma a nuestro dolor por todas las víctimas de esta pandemia y sus consecuencias. Más aún cuando el gasto militar en el mundo no deja de crecer. Solo en 2018 el gasto militar en el mundo ascendió a 1,83 billones de dólares, el 2,6% más que en 2017. Los estragos que viene generando el COVID-19 en las instancias sanitarias y sociales podrían ser aliviados considerablemente con semejantes recursos económicos. Precisamente, lo que reclamamos ante esta tragedia es que el dinero que sirve para matar, sea utilizado para salvar vidas.

El gasto militar español en 2019 fue de 20.050 millones de euros para un ejército integrado por 120.000 militares en activo. Para justificar semejante despilfarro se trata de buscar una explicación decorosa, y de ahí el empeño en mostrar a la institución armada como abanderada de labores humanitarias, una especie de ONG con uniforme a lo largo y ancho del planeta, como si ésta fuera su función histórica y su verdadera razón de ser. Pero no. La labor humanitaria que están realizando ahora no nos hace mirar para otro lado ante el sentido que les da su existencia: preparación defensiva y ofensiva de guerras.

En la terrible crisis sufrida debida al coronavirus el Ministerio de Defensa y el de Interior han encomendado a diferentes cuerpos del Ejército tareas complementarias de limpieza, asistencia y orden público. Estas funciones ojalá hubiesen podido ser realizadas por cuerpos civiles o no militarizados. Tras los recortes de años pasados que han mermado los servicios públicos la ayuda de cuerpos como la UME se ha visto necesaria. Es preciso recordar que el servicio que realiza esta unidad del Ejército tiene cinco veces más presupuesto que el servicio civil correspondiente.

Precisamente, en una situación en la que los recortes en la sanidad pública que se han venido practicando durante esta década pasada han supuesto un debilitamiento de los recursos para afrontar la pandemia, con el consiguiente precio en vidas humanas, planteamos la necesidad de que el presupuesto que se destina al Ministerio de Defensa se invierta en cubrir tales carencias. Siempre hemos defendido el lema de Gastos militares, para gastos sociales, y en este caso con más motivo si cabe.

En este contexto, la Asamblea Antipolígono exige, con más razones que nunca, el desmantelamiento del Polígono de Tiro de las Bardenas, por ser una pieza más de la maquinaria de guerra que lleva ya 69 años instalada entre nosotros. Insistimos en nuestro rechazo a las maniobras de fuego real que cada vez más a menudo soportan las Bardenas Reales con el consiguiente peligro para las poblaciones limítrofes, pero es que además la sinrazón de una inversión económica como la realizada en la instalación de este polígono, para gloria de sus juegos y ensayos militares, alcanza una cuota insostenible ante el envite que soporta el mundo como efecto de la pandemia que nos golpea. Cada vez que escuchamos sus aviones de guerra durante esta pandemia sentimos el sinsentido de su existencia.

Si nunca estuvo justificado este polígono de tiro, hoy mucho menos. Somos gentes de paz y no queremos que nuestra tierra sea utilizada para experimentos guerreros, y menos aún que esto se haga en un territorio que es parque natural y que fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Por todo ello, cada primer domingo de junio, durante 32 años, a las 12 del mediodía, hemos iniciado la marcha de 5 kilómetros hasta las puertas del polígono de tiro. Lo hemos hecho con sol, con viento y con lluvia, pero siempre con la satisfacción de que sostenemos un testigo de reivindicación y resistencia único en nuestro entorno por su persistencia y simbolismo antimilitarista. "Si vosotros seguís, nosotr@s seguiremos", decimos año tras año al llegar tras la caminata a la entrada del polígono. Dadas las circunstancias, por primera vez en más de tres décadas, el domingo 7 de junio de 2020 no podremos realizar la marcha. El coronavirus nos impide concentrarnos y caminar juntas y juntos, y después culminar la protesta con la comida en el Yugo. Por primera vez desde que iniciamos las marchas en 1988 no nos reuniremos ante la puerta del polígono de tiro. Pero no nos rendimos, no nos resignamos, porque hoy tenemos más razones que nunca para seguir en la brecha y lo seguiremos haciendo el tiempo que haga falta. Se trata de un pequeño paréntesis en nuestra ya larga andadura, por lo que ya desde ahora os convocamos a la próxima cita, la XXXIII Marcha al Polígono de Tiro de las Bardenas, que será el domingo 6 de junio de 2021. No cejaremos en nuestro empeño hasta lograr el desmantelamiento del polígono de tiro.

Portavoces de la Asamblea Antipolígono