hora que los gobiernos europeos tienen controlada a la pandemia es cuando están pensando en encauzar la crisis económica colosal que se nos avecina por un desplome de los ingresos, consecuencia del parón de la actividad económica por el confinamiento y, por otro lado, del esfuerzo colosal de los estados con una intervención masiva de ayuda económica a los trabajadores y a las empresas durante estos meses de hibernación para aminorar daños en el tejido empresarial y social sin perder empleos ni cerrar empresas.

El PIB estima el Banco de España que caerá este año entre un 9,5% y un 12% en nuestro país según sus estimaciones; por tanto hay que endeudarse más para poner en marcha de nuevo la economía; el paradigma de la deuda, habrá que endeudarse en más de 110.000 mil millones de euros, unos veinte puntos del PIB, para pasar a una deuda pública de un 120% del Producto Interior Bruto, según esas mismas fuentes bancarias. Así se desprende en su informe Escenarios macroeconómicos de referencia para la economía española tras el covid-19, anunciando también más de lo mismo, ajustes y un programa a medio plazo de consolidación fiscal y prioridad de gasto parar poder lidiar con semejante deuda, todo ello dentro de la más pura ortodoxia del sistema, de la Escuela de Chicago, liberalismo puro y duro, ésa es su genuina aportación para sacarnos de este atolladero. ¿Habría qué preguntarse sobre la utilidad de dicha institución en estos tiempos? Esas medidas ya sabemos a dónde nos han llevado, a sueldos y trabajos en precario, a una ciudadanía más empobrecida y a unos 60.000 mil millones de euros más de deuda pública, que es lo que nos costó a todos los ciudadanos el pseudo rescate del Gobierno del Partido Popular y que estamos pagando todos los ciudadanos de a pie.

Pero ahora puede ser diferente debido a que en mayor o menor medida la pandemia ha afectado a todos los países de la Unión, especialmente grave en Italia, Francia y en España, pero también a otros países como Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Holanda, Suecia, etcétera. Estamos ante una grave crisis sanitaria que ha destacado por su intensidad y virulencia, así como por su alcance global. Estas circunstancias peculiares tan graves nos recuerdan a la Europa de la posguerra, a partir de 1945, recién finalizada la 2ª Guerra Mundial. La pandemia ha dado una estocada de muerte al neoliberalismo, como en su día el Gobierno de Stalin al comunismo, nada después fue ya lo mismo, la utopía quedó borrada y desaparecida bajo el manto de esa realidad estalinista; ahora parece que esta pandemia quisiera hacer saltar los mismos cimientos del liberalismo económico. Como bien decía estos días la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, "los dogmas se han truncado y la crisis nos ha cambiado a todos"; la solución no está en la austeridad ni en la rigidez de unos presupuestos, hay que buscar soluciones desde la heterodoxia". Y así lo han entendido políticos muy liberales y nada propicios a intervenciones en la economía como Donald Trump o Boris Johnson, planteando una ayuda directa a los trabajadores de más de 1.000 dólares, o el mandatario inglés pagando nóminas y salarios a los trabajadores afectados con el respaldo directo del Banco de Inglaterra.

Y es en esos momentos de la posguerra europea cuando surge la idea de una Europa unida con la idea de desterrar para siempre otra guerra en el viejo continente. Así, el incansable Jean Monnet, redactor con su equipo de la declaración Schuman, que partía de que la paz no fue posible y cuyo objetivo final era la federación europea, afirmó en sus Memorias que "los hombres sólo aceptan el cambio resignados por la necesidad y sólo ven la necesidad durante las crisis". Otro europeo coetáneo suyo, Albert Einstein, que también vivió los dramáticos tiempos del mundo de ayer, consideraba que es "en la crisis donde nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias".

Al calor estos días de la celebración el pasado día 8 de mayo del 75 aniversario de la victoria de la libertad y la democracia sobre la barbarie nazi, hemos conocido una propuesta franco alemana de Merkel- Macron para encarrilar un plan de reconstrucción de 500.000 mil millones de euros, plan de choque contra esta crisis al cual pueden recurrir los estados más afectados por esta pandemia sin ninguna condición previa. No es un rescate, se trata de ayudas y transferencias sin que haya que devolver un euro. La medida se financiaría con una emisión de deuda conjunta con el aval de todos los estados miembros, pero sin computar un euro a la deuda soberana de cada uno, por lo que en este caso no habría que hacer grandes ajustes.

Es un acuerdo político que va en la a línea de lo que propugna la Comisión Europea, y que tendrá que desarrollarse y aprobarse en la próxima cumbre europea del 27 de mayo de 2020; supone a juicio de los expertos un buen punto de partida.

En el panorama nacional, asistimos estos días a la creación de la renta mínima vital que va a afectar a 100.000 familias; marca una línea programática diferente de actuación de este Gobierno socialista del señor Sánchez respecto a su predecesor del señor Rajoy en la pasada crisis de 2008; puede ser que por primera vez la crisis no recaiga en los más débiles.

Concluyendo, tanto el origen e intensidad de esta nueva crisis, así como el auge de los populismos y la ultraderecha en estos momentos en Europa aconsejan arbitrar otras soluciones distintas a las que se ensayaron en la pasada crisis de deuda del año 2008.

La pandemia ha dado una estocada de muerte al neoliberalismo

como en su día el Gobierno de Stalin al comunismo, después ya nada fue lo mismo

Y es en esos momentos de la posguerra europea cuando surge la idea de una Europa unida con la idea de desterrar para siempre otra guerra en el viejo continente