de junio de 2020. Hace exactamente un año arrancaba la legislatura con la elección de la Presidencia y nueva Mesa en el Parlamento Foral de Navarra. Una mañana de alto voltaje político con unos días previos caracterizados por la desilusión de quienes apostábamos porque ésta fuese una nueva legislatura también presidida por una mayoría plural y progresista frente a la derecha de siempre. Lo acontecido unos días antes con motivo de la constitución de los nuevos ayuntamientos no apuntaba en esa dirección. Tampoco las negociaciones previas para la conformación de la Mesa del Parlamento en la que Geroa Bai apostó fuerte porque este órgano tuviese una composición plural y representativa de la nueva mayoría parlamentaria de la Cámara. Así fue finalmente.

Aquel 19 de junio, del que ahora se cumple un año, marcó un punto de inflexión que permitió transitar una senda posterior de conversaciones y negociaciones que culminaron en agosto con la conformación del nuevo Gobierno de Navarra presidido por la actual presidenta, María Chivite, y compuesto por PSN, Geroa Bai y Podemos-Ahal Dugu. Un ejecutivo que pudo nacer gracias a la suma de los votos de estas fuerzas parlamentarias y la abstención de los parlamentarios y parlamentarias de EH Bildu Nafarroa.

A partir de ese día comenzó para mí una nueva etapa vital de aprendizaje que ahora cumple un año. Una experiencia que, como otras anteriores en mi andadura política tanto en el ámbito local como foral, va indisolublemente unida a la búsqueda de diálogo y acuerdo. Desde el primer día en que asumí la Presidencia lo he defendido: esta legislatura debía ser la del diálogo y el acuerdo. Y así está siendo. Los números de los que partía el Gobierno, sin mayoría absoluta, así lo exigían necesariamente. Una legislatura interesante para el Parlamento con un ejecutivo foral condenado a entenderse con otros, y en la que es vital el diálogo y el acuerdo entre diferentes grupos parlamentarios para sacar adelante iniciativas.

De hecho, en este primer año de legislatura parlamentaria se han aprobado 22 leyes forales, entre las que destaca el acuerdo para los Presupuestos Generales de Navarra que son vitales para la gestión y estabilidad de cualquier ejecutivo. Pero ha habido también modificaciones fiscales, créditos para diferentes proyectos, la modificación de la Ley de Símbolos o la regulación del Fondo de participación de las haciendas locales para el año corriente. Y en los últimos meses se han tramitado también medidas legislativas relacionadas con la situación imprevista que hemos vivido. Esta crisis sanitaria que ha alterado nuestra vida cotidiana, así como también la actividad parlamentaria y las prioridades en el debate político.

Valgan estas líneas como un mensaje también de agradecimiento al conjunto de los grupos parlamentarios y al personal de la Cámara por su implicación y trabajo en este periodo para que la pandemia no interrumpiese la actividad legislativa. Una actividad si cabe más necesaria para hacer frente a las consecuencias del covid-19. Gracias a nuestros servicios informáticos, jurídicos y a toda la plantilla del Parlamento hemos continuado con la labor parlamentaria, siendo la cámara autonómica más activa durante la pandemia, tal y como han reconocido varios medios de comunicación estatales. Trabajando desde nuestras casas, participando en plenos y comisiones sin necesidad de estar físicamente en el Parlamento. Se adaptó la organización en un tiempo récord para posibilitar la convalidación de cinco decretos de medidas del Gobierno para atender las necesidades sanitarias, sociales y económicas de la covid-19 y para celebrar varias sesiones de control sobre la gestión que el Gobierno Foral estaba desarrollando.

Ha sido un año en el que, salvo episodios puntuales, ha predominado un tono razonable en los debates de comisiones y plenos, alejados del clima político cada vez más bronco en las Cortes Generales. Los problemas a los que nos enfrentamos merecen estar a la altura de lo que la ciudadanía nos exige aportando propuestas desde la educación y el respeto. En ese sentido, la tónica general de los parlamentarios y parlamentarias durante la pandemia ha sido centrarse en lo importante de manera que todos los decretos debatidos, salvo el último, han sido aprobados por unanimidad.

Presidir una institución como el Parlamento tiene una parte pública, como dirigir la agenda parlamentaria y conducir los debates, y una institucional, como representar a la Cámara Foral en actos y en órganos como la Conferencia de Presidentes de Parlamentos Autonómicos (COPREPA), que nos está ayudando a compartir experiencias positivas entre las distintas cámaras, y más en situaciones tan difíciles como las pasadas durante la pandemia.

Sin embargo, la presidencia también tiene una parte menos conocida; la que se encarga de gestionar el propio Parlamento, su plantilla y su organización. Hace un año, nos marcamos como objetivos principales realizar un cambio organizativo de los distintos servicios del Parlamento y la implantación de la administración electrónica. En ello estamos. Un objetivo compartido por la actual Mesa del Parlamento, que conformamos cuatro grupos de la Cámara (un presidente de Geroa Bai, una vicepresidenta primera de PSN, otra vicepresidencia segunda de Navarra Suma, un secretario de Navarra Suma y otro de EH Bildu). Una Mesa en la que predomina una actitud constructiva de avanzar en estos objetivos desde el trabajo en común, lo cual es un mérito compartido de todas y todos sus componentes. Por mi parte, además, motivo de agradecimiento.

Ahora estamos en la vuelta a la normalidad. En el plano legislativo, con las necesarias adaptaciones, estamos prácticamente a pleno rendimiento. El Parlamento trabaja ya en la reconstrucción social y económica de Navarra en la Comisión Especial que planteará propuestas al Plan Reactivar Navarra-Nafarroa Suspertu impulsado por el Gobierno Foral. Además, vamos recuperando toda la actividad complementaria con asociaciones, sindicatos u otros agentes.

La distancia está de actualidad. Tenemos que guardar ese metro y medio de seguridad. Sin embargo, la distancia entre el Parlamento y la ciudadanía tiene que seguir siendo la misma: cero. Y eso es responsabilidad de las personas que componemos la Cámara Foral y hay que trabajarlo todos los días. Se lo debemos a las navarras y navarros, a quienes representamos.

El autor es presidente del Parlamento de Navarra