ero bueno!, ¿qué tienes aquí? No sabía que todavía pintabas. Pero, ¿de dónde sacas el tiempo?". Este comentario lo oigo cada vez que consigo exponer y sacar a la luz la obra que he ido creando. Pero no solo a mí me pasa, es habitual en una serie de artistas lamentarse de lo mismo. Somos artistas que no pertenecemos a ningún grupo, y a su vez ningún comisario/a-director/a afín o promotor de estos grupos nos tiene en cuenta, por lo que nunca somos elegidos/as para las múltiples exposiciones colectivas o jornadas o talleres o habitaciones o lo que sea que se organizan en los centros públicos y privados; algunos artistas ni siquiera entran en exposiciones individuales.

Siempre son los mismos artistas los que figuran, porque siempre son los mismos/as las que seleccionan. Tras ello hay una intencionalidad clara y manifiesta: los/as elegidas son los verdaderos artistas, los referentes sociales y culturales, los que tienen un valor artístico, el resto no existe, se les ningunea repetidamente para que nadie los tenga en cuenta. ¿Para que no se les haga competencia? Puede ser. ¿Para que no se les considere artistas sino meros aficionados? Lo más probable, no alcanzamos tal cualificación para estos y estas comisarias y/o directoras culturales.

Yo tengo, supongo que como otros muchos, el triste honor de no haber sido seleccionado nunca en ningún concurso de arte. ¿Por qué? ¿Falta de calidad? De pocas cosas puedo presumir, pero de calidad artística y creativa, sí. No, no es por falta de calidad por lo que no se nos tiene en cuenta, es por simple discriminación y clasismo. Que año tras año se deje en manos de las mismas personas la selección continua de artistas, hace pensar socialmente que solo son artistas válidos los que ellos y ellas destacan.

Recojo unas palabras de Franco Bifo Berardi en su libro Futurabilidad: "La realidad actual es mucho más rica que el formato que se le impone, en la medida en que aún no han sido totalmente canceladas las múltiples posibilidades inscritas en el presente, por más que de momento parezcan inertes". No se equivoquen, señores y señoras comisarias y directoras, ni a los artistas ni a nuestro arte ignorado se nos mata, podrán ocultarnos con capas de olvido, pero nuestro arte es auténtico, es sentido, es verdadero, es limpio, por lo que no tengo la menor duda de que prevalecerá.

Porque además, los y las invisibles somos tenaces, constantes, creativos y capaces de renovarnos continuamente, por eso cuando conseguimos un resquicio de luz, un hueco, un espacio donde proyectarnos, lo que ofrecemos sorprende, encandila y vende. Quizá porque, como siempre quieren que se vea lo mismo, los mismos (pese a su calidad) se acomodan, se apoltronan y acaban aburriendo.